Capítulo 10

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Al fin Johan dio un descanso a Charlene, tenía que estudiar para la recuperación de un exámen y no podría estar con ella durante el fin de semana. Esto suponía algo así como unas vacaciones para Charlene, así que tampoco ella podía desperdiciar el tiempo. La próxima de su lista era Sarah Link, la hermana de Dave Link, un crétino con afición por estampar cosas con la cabeza. Dicho así no sonaba muy peligroso, pero era como una especie de perro rabioso, y si se descontrolaba podía "morder" (o en su caso apalear) a alguien. Y os preguntaréis ¿qué pintaba Sarah en todo esto? Pues bien, ella fue quien lo organizó todo para que un grupo de niños mayores que Charlene le pegaran. Sarah fue quien aprovechó las ansias por destrozar cosas (o cráneos) de su hermano y sus amigos y los volvió en su contra. Así fue como Charlene acabó con un ojo morado y un dedo del pie roto, además de numerosos moratones por todo el cuerpo.

Sarah no era popular como Agatha o Mindy, de hecho nunca consiguió ni un atisbo de popularidad, y que se hablase más de Charlene, aunque fuese para mal, que de ella era algo que no podía perdonar. Y por supuesto tampoco Charlene iba a perdonarle a ella ahora. No le había molestado reciéntemente, pero al igual que las cicatrices en su cuerpo, los recuerdos de Charlene tampoco se borraban.

Respiró profundamente y pensó que tendría que hacerle pagar con creces todo lo que le había hecho sufrir aquel día. Era incapaz de olvidar su risa mientras la apaleaban, ni mucho menos depués, cuando fingía preocuparse por ella cuando estaban sus padres delante. Pero esta vez sería Charlene quien se riese.

Cogió su mochila, apagó la luz de su flexo y preparó todas las cosas. Su madre no estaba en casa porque trabajaba de noche, también aprovecharía la oscuridad de la noche para ser más discreta. Antes de salir de casa tachó el nombre de Sarah Link de su libreta. Salió de casa, apagó el móvil y fue de callejón en callejón hasta llegar al mismo descampado donde hace 7 años le hicieron pasar uno de los peores momentos de su vida. Charlene había copiado la perféctamente caótica letra del novio de Sarah para escribirle una nota que acto seguido metió en su mochila; lo más seguro es que la boba de Sarah picase y como además sus padres no sabían que tenía novio estaba segura de que no diría nada a nadie y sería cautelosa. Charlene se había ahorrado parte del trabajo utilizando ésto de baza.

Se subió a la copa de un árbol no muy alto, pero no por ello menos frondoso, y esperó a que "la presa picase el anzuelo". Apenas pasaron diez minutos y la silueta curvilínea de Sarah Link comenzaba a divisarse desde la otra punta del descampado. Cuando llegó al centro de éste se detuvo y miró hacia los lados, seguramente en busca de su novio. Charlene estalló a carcajadas y bajó del árbol, cuchillo en mano, preparada para divertirse con quien tanto le había hecho sufrir. En seguida Sarah reconoció a quien sería su futura asesina y un escalofrío le recorrió el cuerpo al ver el cuchillo afilado y brillante en manos de Charlene.

— ¿Qué haces tu aquí? ¿Y que haces con un cuchillo en la mano?— Se detuvo un momento para comprobar una vez más que su novio no venía— ¿Qué le has hecho a...?

— Él no fue nunca mi objetivo, Sarah.

— ¿Entoces qué...?— Sarah paró de hablar y vio como Charlene sacaba algo de la pequeña mochila que llevaba al hombro, era una cuerda— ¿Para qué es eso?

— Esto... es para no tener que correr tras de ti cuando te vaya a degollar.

Charlene comenzó a andar a paso rápido hacia Sarah, que se había quedado en estado de shock. Hizo un amágo de salir corriendo cuando apenas quedaba un metro para que la alcanzáse, pero fue inútil: Charlene le había pegado un golpe en la cabeza con el mango del cuchillo y ahora estaba aturdida. Un segundo después Sarah estaba siendo arrastrada por el descampado, clavándose piedras, arbustos secos y trozos de cristal. Charlene se puso el cuchillo en la boca, empujó a Sarah contra el tronco de un roble robusto y comenzó a liarle con fuerza la cuerda alrededor. No la amordazó, allí nadie las oiría y quería disfrutar de sus gritos.

— ¿Por... qué? — preguntó Sarah con un hilo de voz.

— ¿Por qué? Tú, tu hermano, sus amigos, este descampado, hace siete años: por eso.— Sarah intentó seguir hablando pero un dolor desgarrador se lo impidió.

Una mancha carmín se propagó rápidamente por el suelo, provenía del dedo meñique del pie izquierdo de Sarah. Charlene le había cortado el dedo. Sarah se ahogaba en sus propios gritos, la imagen de su pie era realmente impactante, no se distinguía entre tanta sangre que manaba. Charlene le susurró algo en el oído antes de continuar, probáblemente eso sería lo último que escuchase antes de morir.

— Ojo por ojo...diente por diente.

Ésta cogió nuevamente su cuchillo y golpeó con gran fuerza la boca de Sarah, lo cual hizo que se le rompiesen los dientes. Pronto comenzó a escupir sangre a borbotones y dientes rotos, ahora tenía una sonrisa preciosa. Charlene reía ante semejante sufrimiento y no tardó en incrementarlo todavía más. Pasó la punta del cuchillo justo por la pupila de Sarah y lo hundió todo lo que pudo, hasta hundir el ojo en la cuenca. Retiró el cuchillo llevándose el ojo, dejando totálmente tuerta a Sarah, que se desmalló al instante. La sangre caía de su ojo como si de una cascada se tratase. Viéndose satisfecha Charlene decidió acabar con ella de una vez. Sacó una lata de gasolina vieja de su mochila y empezó a echarla por el árbol; después cogió una cerilla y prendió fuego al ensangrentado cuerpo de Sarah. Tiró cualquier cosa que pudiese incriminarla al fuego y con la sangre que quedaba esparcida por todo el suelo escribió al lado del árbol: «Aténtamente, tu asesina»

AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora