Capítulo 8

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«El amor aparece donde menos te lo esperas...» Eso era lo que le respondía Johan a Charlene cada vez que ésta le preguntaba porque le amaba. Si realmente la amase no se habría comportado así con ella durante todo este tiempo.

— Sigo sin entenderlo, si siempre me has amado ¿por qué te comportabas así conmigo? No creo que la nueva forma de conquistar a una chica sea haciéndole la vida imposible...

— Bueno, eso es porque no siempre te amé, de hecho al principio te odiaba. No soportaba que alguien pudiese ser mejor que yo en lo único en lo que fallaba. Era bueno en todo: guapura, popularidad... Pero era un cafre a la hora de estudiar, lo intentaba y lo intentaba y siempre fracasaba; pensaba (y sigo pensando) que estudiar es frustrante. Entonces ahí estabas tú, Charlene Manson, dictando las lecciones de carrerillas sin siquiera mirar el libro de reojo ni una sola vez; me hervía la sangre. Siempre tan lista, siempre tan perfecta en todo lo que yo fracasada. Al final acabé tan furioso que lo pagué contigo sin que tuvieses culpa de nada. Ademá había tanta gente que pensaba como yo, que me ayudaba, no se, a no sentirme mal. Pensaba que si todos lo hacían no podría estar cometiendo un error. Pero una vez más me equivoqué.

— Hum, no es una historia muy lo que se dice "bonita", pero al menos me explica muchas cosas. Lo que sigo sin entender es como has pasado del amor al odio tan rápidamente.

— Bueno, eso es algo que ni si quiera yo entiendo, eso es porque el amor es raro y te da sustos. Nunca sabes como ni cuando va a aparecer, es como un ninja— dijo esto y empiezó a hacer como que pegaba patadas y puñetazos al aire—, nunca, jamás te lo esperas. Pero si quieres una historia más detallada, te la contaré. Dígamos que de tanto marginarte, de tanto opinar de ti a tus espaldas, empiezas a ver a la gente como es. Las personas no siempre son como te las imaginas, pero al verlas a ellas imaginar sobre otro es cuando realmente te das cuenta de como son. Y yo descubrí como era y decidí que no quería ser así. Poco a poco empecé a sentirme mal, veía en el monsruo en el que me había convertido y me horrorizaba. Además comencé a ver todos tus "defectos" como cosas buenas, y empezaste a parecerme bonita por dentro y por fuera. Pero luego estaba el puesto de "Macho Machote" del grupo, no podía renunciar a eso.

— Un Macho Alfa — interrumpió Charlene riéndose.

— Si, un Macho Alfa. El caso es que si seguía siendo el Macho Machote de la banda tendría que seguir haciéndote daño; pero si quería dejar de ser como era, cambiar, tenía que renunciar al puesto. Y renunciar al puesto por algo que a los demás podría resultarle estúpido me convertía en un completo imbécil. Por eso empecé a mandarte mensajes.

— Si, a decir idioteces más bien...

— Mmm, bueno, si, dígamos que en mi cabeza las cosas sonaban mejor y más claras que en la vida real. Pero pronto comprendí que era inútil ir a dos bandas, por una parte era el tío guay que volvía locas a todas y por otra era un cursi reprimido que se sentía mal con lo que hacía.

— Pues ya podías haber tenido esa revelación un poco antes...

— Si, la verdad que todo esto sucedió hace relativamente poco, lo que pasa es que entre que lo piensas y no lo piensas el tiempo se hace eterno. Bueno, resumiendo, que de las dos bandas decidí quedarme en la que estabas tú.

Johan la miró muy seriamente a los ojos y ella le devolvió la mirada. Era una sensación extraña, depués de oír todo eso a Charlene le costaba creer que esto estuviese sucediendo. Por su parte Johan pensaba que aún no estaba todo perdido, que había esperanza entre ellos dos. Charlene suspiró.

— En fin, supongo que las personas cambian...

— ¿Eso quiere decir que de las dos bandas tu elijes la mía?

— Al contrario que tú, yo solo tengo ESTA banda, Johan. Eres tú el que debe desprenderse de su pasado.

— Te juro que jamás te haré daño. Nunca más me portaré como lo hice antes. Renunciaré a la banda por ti— nuevamente la miró a los ojos, esta vez con más seriedad que la última si cabe—. Te prometo que jamás olvidarás esta mirada.

Charlene lo observó y lentamente se fue acercando a él, hasta apoyar la cabeza en su hombro. Le devolvió la mirada.

— Te prometo que tú tampoco olvidarás nunca la mía.

AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora