Capítulo 2

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Después de un día de instituto agotador, Charlene se dirigió a su casa. Hizo sus deberes y se puso a estudiar. O al menos lo intentó. Las palabras de Johan se le quedaron clavadas en la cabeza, no era capaz de olvidarlas y le daba vueltas una y otra vez. Es posible que solo se lo hubiese dicho para asustarla, cosa que había conseguido, pero ¿y si era cierto?, ¿y si estaban planeando un gran complot en su contra? Todo esto desconcentró totalmente a Charlene, que decidió tumbarse en su cama a pensar.

¿Tienes problemas?

─ Ah, tú... No es nada, no es la primera vez que me acosan así, me han llegado a decir cosas peores, te lo aseguro.

Lo se, y precisamente porque se lo fuerte que eres y que esto debería hacerte cosquillas cuento con que no te hallas olvidado de lo que tocaba hoy.

Cierto, casi lo olvidaba...

En ese momento Charlene abrió con llave uno de los cajones de su escritorio y sacó de él una pequeña libretita roja, y la abrió a la mitad. En la hoja estaban escritos varios nombres, uno de ellos, el de Mindy Bruce precisamente, estaba tachado. El siguiente nombre de la lista pertenecía a una persona que le había causado muchos problemas, Agatha Yellow.

─ Mira por donde, hoy vas apagar por todas las cosas que me has dicho en todo este tiempo, sin ir más lejos esta misma mañana me has soltado unas bellas palabras. Espero que tengas hambre, porque te las vas a tragar.

Charlene tachó el nombre de Agatha con un bolígrafo y una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

A la mañana siguiente, Agatha Yellow aparecía muerta en un hotel de mala-muerte; había sido asesinada. Una vez más aparecía escrita con la sangre de la víctima en la pared la frase: «Aténtamente, tu asesina».

En el instituto no se hablaba de otra cosa, y la muerte de Mindy había sido eclipsada por la de Agatha, que ahora ocupaba todos los temas de conversación. Todos empezaban a asustarse y a pensar quien sería el próximo. Algunos policías habían acudido al instituto para interrogar a conocidos y amigos de las fallecidas. Pero lo más seguro es que solo obtuviesen testimonios confusos, ya que la confusión era ahora la reina de todo Fremont.

A Charlene nadie le preguntó sobre Agatha o Mindy, cosa que agradecía. Tampoco le sorprendía que ni los policías se fijaran en ella, al fin y al cabo en eso consistía su vida: ser invisible y el punto de mira de burlas e insultos. Charlene se dirigió a la biblioteca, le gustaba la biblioteca, era el único lugar donde nunca se encontraría con el corrillo popular.

Se sentó en una mesa del fondo, al lado de la sección de novelas detectivescas. Se enfrascó en un libro de Sherlock Holmes y dejó que las letras la tragasen por un momento, en el cual no tuvo que preocuparse por nada. Y le hubiese gustado seguir así mucho mas tiempo, pero entonces apareció la persona que menos se esperaba encontrar ahí: Johan Miller, el mismo que le había amenazado el día anterior estaba allí delante de sus narices y con una cara indescriptible. No parecía estar ahí para charlar amistosamente con ella, pero tampoco parecía querer montar un numerito en medio de la biblioteca. Simplemente se conformó con sentarse al lado de Charlene y coger un libro de esa sección. A ella le pareció raro que no le atacase, así que pensó que podría tratarse de una especie de trampa y fingió ir a coger otro libro. Cuando se estaba levantando para ir a la estantería una fuerza brutal la hizo quedarse donde estaba.

─ No vas a huir de mi tan fácilmente.─ escuchó como le susurraba Johan al oído.

─ ¿Qué es lo qué quieres?

─ Primero que no alces la voz, no quisiera que nadie sepa que he estado aquí contigo.

─ ¿Y segundo?

─ Que no intentes huir de mi o será peor.

─ ¿Qué es esto? ¿Habéis planeado algo contra mi? ¿Esto es una trampa?

─ Venga ya, no me hagas reír, yo no necesito a perritos falderos para que hagan lo que yo quiero.

─ ¿Pero que quieres hacer?

─ Hacerte tragar las palabras de ayer, ¿o acaso pensabas que esto se iba a quedar así?

─ Tú empezaste...

─ No me tomes el pelo, esto no es un juego de niños de "Tú empezaste antes..." , ¿no podías tragarte esas palabras, ser sumisa como siempre, quedarte calladita?

─ ¿Y dejarme pisotear? ¡Jamás!

─ ¿Te voy a tener que enseñar a tragarte tu orgullo a estas alturas? Escúchame Manson, no pienso permitir que te conviertas en un inconveniente, así que no te lo repetiré más, vuelve a hacerme quedar mal como lo hiciste el otro día y te juro que sufrirás las de Caín.

─ ¿Así qué solo es eso? ¿Has venido aquí explícitamente sólo para decirme eso? Pensaba que ibas a hacerme algo peor que una simple amenaza.

─ Tú lo consideras una amenaza, yo, la punta del iceberg. Estás jugando con fuego, no pienso permitir que arruines nuestra reputación con un par de respuestas acertadas en el momento oportuno, haciéndonos así quedar mal a nosotros, que lo somos TODO en este instituto. Así que trágate tus palabras o la próxima vez acabaré contigo.

─ Lo tendré en cuenta.─ dijo ella con una sonrisa que se notaba que era falsa a kilómetros. Johan respondió con el mismo gesto, dejó el libro en la mesa y se fue.

Todo esto había dejado algo confusa a Charlene, ¿realmente había causado tanto revuelo que el mismísimo Johan Miller se había visto obligado a ir a hablar con ella? ¿O era todo esto una broma? Si realmente lo que decía era cierto, no podía más que sentirse orgullosa, había conseguido alterar a aquellos que en tantas ocasiones la habían alterado a ella. Les había fastidiado, les había dejado en ridículo. Una enorme sonrisa de loca se dibujó en la cara de Charlene, que desbordaba placer. Todo empezaba a salir como había planeado...

AsesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora