Charlene sostenía el bolígrafo con cierta dificultad, le temblaban los dedos y el cuerpo entero. Era incapaz de concentrarse en el exámen de matemáticas que tenía sobre la mesa. Cada vez que recordaba la mirada escrutadora de aquel inspector un escalofrío le recorría el cuerpo, ¡no era posible que un cincuentón canoso con más arrugas que pelos en la cara le diese tanto miedo! Lo peor de esta situación era que el orgullo de Charlene estaba por los suelos, su magnífico plan no podía derrumbarse por culpa de la persistencia de un inspector amargado, ¿o si? Inconscientemente soltó un gruñido que por suerte no fue oído por nadie. En ese estado de nervios no podía hacer el exámen, así que decidió pedir permiso para ir al servicio. Si no hubiese sido porque Charlene había sido desde tiempos inmemorables el ojito derecho (y en más de una ocasión también el izquierdo) de los profesores no le habrían concedido el permiso.
Caminó por los pasillos del instituto escuchando el eco de sus propios pasos rebotar en las paredes. Alargó el brazo y fue rozando con el dedo la pared grisácea, que un día fue blanca, separando la mano cada vez que se topaba con una puerta. Aspiró la olor a humedad y a cañerías tan característica de las zonas próximas a los baños y entró a uno de ellos, encerrándose en el cubículo más lejano a la puerta de entrada. Se sentó sobre la tapa del W.C. y sacó algo del bolsillo de su pantalón: un colgante de ojo de tigre. Johan se lo había regalado para demostrarle su amor, decía que el ojo de tigre siempre estaría observándoles, vigilando su cariño mutuo, y que su amor sería igual de brillante y eterno que la luz que reflejaba la piedra cuando le daba el Sol. Johan se estaba tomando muchas molestias con Charlene, aunque al mismo tiempo podría acabar con ella si se iba solo un poco de la lengua. ¿Podría ser que la persona que más la amaba en el mundo fuese a ser al mismo tiempo su ruina?
Charlene apretó en collar con fuerza y se resistió a gritar de rabia, ¡no! ¡No iba a permitir que todos sus esfuerzos fueran en vano! Terminaría al fin su lista, tacharía el último nombre que quedaba y podría descansar al fin; ansiaba vengarse de todos aquellos que la hicieron sufrir y ahora que solo quedaba una persona no podía parar. Miró con decisión el colgante antes de guardarlo en el bolsillo de nuevo y dijo para si misma:
— El final está muy cerca; tu final está muy cerca...
Salió de los baños y se dirigió al aula de matemáticas con paso firme, tenía las ideas más que claras: nadie iba a deshacer su camino ahora que todo estaba apunto de terminar, tendrían que matarla si querían impedirle acabar con todo para siempre. Se pasó las clases pensando en esto, con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro, no importaba lo que pasase de ahora en adelante, lograría poner el punto final a su venganza.
Al final de un agotador día de instituto Charlene se dirigió en compañía Johan a su casa, solo quería llegar ahí y tomarse un emparedado junto a la persona a la que amaba. Lo que no se esperó es que otra persona a la que también amaba estuviese en su casa en ese momento. El entrometido inspector estaba ahí, tomándose una taza de café y hablando con la madre de Charlene seguramente sobre la investigación de las víctimas de S.K.. Al parecer Charlene estaba en el punto de mira de aquel hombre. Cuando lo vio a través de la ventana no se lo podía ni creer, ¿tan lejos había llegado aquel inspector? Apretó el puño e intentó ir al jardín trasero de su casa sin que la vieran, esperaría a que se cansase de hacer preguntas y se largase. Pero una vez más la ingenuidad de su novio se interpuso en su camino: al ver Johan al inspector empezó a hacerle señas con las manos y a gritar «¡¡Hola señor inspector!! ¡¿Me oye?! ¡¡Eoo!!» Charlene se echó las manos a la cabeza, su madre y el inspector ya les habían visto y ya no les quedaba más remedio que entrar. Charlene le dio la mano a Johan y se la estrujó todo lo que pudo.
— Hola, que sorpresa verlo aquí señor inspector.— dijo Charlene con voz forzada.
— Hola Charlene, el hecho de que esté aquí no es ni más ni menos que para formularle las preguntas que esta mañana no ha sabido responder con claridad ya que como comprenderá no puedo dejar ningún cabo suelto en esta situación.— hizo una pausa para dar un último sorbo a su café y siguió hablando con voz áspera y seria.— Empecemos con las preguntas.
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Asesina
Mystery / ThrillerCharlene Manson es una nerd, odiada y repudiada por todos. En su instituto todos la ignoran como si fuese invisible, y los que le hacen caso es solo para molestarla, insultarla e incluso agredirla. Pero un día Charlene pierde la paciencia y con ell...