Los ninjas actuales le deben todo a sus ancestros. Ancestros como el sabio de los 6 caminos, pero especialmente a sus dos hijos.
Otsusuki Ashura e Indra. Ambos eran los padres de los más grandes clanes del mundo ninja.
Gracias a ellos, el universo...
Después de su nombramiento la energía que la joven desprendía era más animada de lo usual, sonriendo y tarareando a todos los lugares a los que iban.
Este día no era la excepción, caminaba dando brinquitos hacia el pueblo, Indra iba detrás suyo. Cómo era costumbre.
Cuando llegaron fueron a comprar dangos mientras esperaban ella le contaba sobre un insecto que había visto en la mañana, un lindo insecto colorido y con alas. Mariposa, una bonita mariposa. Mariposa a la cual había perseguido toda la mañana.
— aquí está su encargo, señorita -- la anciana le dejo la orden de dulces.
—¡ Muchas gracias ! -- aplaudió con entusiasmo viendo los dulces de colores. -- Sukui -- le dijo -- me llamo Sukui -- completo cuando la mujer la miro confundida.
—entonces, disfrute su comida, Sukui-chan -- la anciana le revolvió el cabello y se fue, pero antes le dio una mirada extraña al hombre que la acompañaba -- provecho -- hizo una reverencia hacia él y se retiró.
— nee, Indra-san, ¿ No quiere ?-- le acercó el plato mientras tenía uno a medio comer.
—no hables con la boca llena, sucia-- el adulto gruñó mientras limpiaba sus mejillas al regañarla -- no gracias,comemos tu -- rechazo los dulces, él estaba bien con su té.
—bien -- siguió comiendo sus dulces, sin darle importancia a su alrededor.
Indra por su parte se sintió algo avergonzado cuando ella uso su nombre. Sentía un extraño sentimiento cálido al ver cómo presumía su nombre. Cómo lo decía con tanta felicidad, con aquella gran sonrisa.
Al terminar de comer Sukui se dio una gran y larga vuelta por todo el lugar, visitando a las señoras, jugando con algunos niños. Después fue a perseguir a sus cuervos y a algunos animalitos del bosque.
Así hasta que más pronto que tarde el atardecer llegaba, así que su día se acababa. Con eso comenzaron a caminar hacia su hogar.
Para Indra era extraño llamarle hogar a otro lugar que no fuera aquel lugar en el que había crecido. No lo odiaba, de hecho, la idea de que aquel lugar en que supuso moriría solo y lleno de odio y soledad se había convertido en el lugar en donde viva con ella, le parecía la cosa más reconfortante del mundo. Sentía que no importaba que, ella estaría allí esperando a por el. Llendo corriendo a abrazarlo.
Luego estaba Sukui, a quien ya se le había dicho y medio explicado todo, como ella no era una persona normal, la forma en la que había sido creada era claramente antinatural. No le molestaba, no del todo. Ahora estaba viva, nada le impedía hacer lo que quisiera, tenía un lugar al cual llamar hogar, al cual regresar sabiendo que alguien estaría allí esperándola. Aunque debía admitir que si pudiera elegir entre su situación o ser como aquellos niños que corrían libres por el pueblo, sin dudarlo habría elegido esa, haber tenido unos padres, tal vez un hermano o hermana, haber nacido de manera natural. Haber crecido como todos ellos.
Ambos se mantuvieron en silencio, cada quien pensando, cada quien en sus propios mundos. Así hasta que llegaron, entonces él se detuvo para girar hacia ella, quien era iluminada por los últimos rayos de sol.
Ella estaba de espaldas a el, mirando fijamente el horizonte. Volteo hacia él y le sonrió. — muchas gracias, Indra-san... Gracias... Por todo -- y se desplomó, él la detuvo antes de que cayera al suelo.
Ya no se volvía como un fantasma, ahora podía tocarla. Así que con eso pudo llevarla a su futón, la tapo y acomodo sus mechones fuera de su rostro. Se sentó en su rincón a verla, viendo como lentamente los rayos del sol se iban. Como ella dormía con total paz.
La observaba con una pequeña sonrisa, una honesta y feliz sonrisa, recordando el día. Como ella era perseguida por los niños, como comía sus dulces con tanta felicidad. Cómo perseguía aquellos pájaros, aquellas ardillas que tanto le gustaron. Como una mariposa se puso sobre su nariz.
Había sido un lindo día, un día que sin duda había disfrutado, se aseguraría de acompañarla más seguido.
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