Los ninjas actuales le deben todo a sus ancestros. Ancestros como el sabio de los 6 caminos, pero especialmente a sus dos hijos.
Otsusuki Ashura e Indra. Ambos eran los padres de los más grandes clanes del mundo ninja.
Gracias a ellos, el universo...
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Vagar de esa forma por el tiempo fue tan horrible. Tan cansado. La sensación de vacío no se iba y no podía hacer nada al respecto. Tan asqueroso.
Y por fin después de tanto tiempo, la viuda de la montaña bajó. Caminó por las calles que la vieron cuando aún era inocente e ignorante. Ahora la observaban con pena por su actual apariencia.
El pájaro de la muerte se posaba sobre su hombro acompañando su caminar. Su vista apagada observaban todo. Sus mechones negruzcos revoloteban con la leve brisa mañanera.
-... Madre...--- Sana la observaba sorprendida. Había escuchado a la gente hablar de que la viuda de la montaña había bajado, no les iba a creer hasta que la viera con sus propios ojos. Ahí estaba su madre. Tan joven como siempre. Y tan acabada como le dolía recordar.
-...Sana...--- medio sonrió un poco. Su querida hija, a la cual no veía desde la despedida de Daiki, de lo cual había pasado ya un año. Siendo 4 desde la muerte de Indra. Y ella, Sana era una mujer de ya 47 años. El niño que iba con ella era su nieto, un amable muchacho de 14 años.
Miró con pesar al joven, habia sido muy complicado concebirlo. Al parecer Sana tenía graves problemas fértiles que le habían impedido tener un hijo. Pero con la intervención de Sukui, logró tener a su hijo quien había sido amado por todos en la familia.
-...¿Que hace aquí?... Pensé que no la volverá a ver por estos lados. --- soltó su miedo. Expectante por la respuesta. Ella solía ser bastante directa al hablar, no se guardaba sus razones.
-...al parecer no moriré muy pronto... Pensé que salir un poco me ayudaría. ---alzo la cabeza viendo el cielo casi despejado de nubes.
-entiendo...¿Quiere acompañarme a comer?
-no gracias. Solo he venido a dar una vuelta. Mi memoria de estás calles era tan borrosas que necesitaba refrescar la... Tal vez otro día venga a comer contigo y... Tu familia---- se despidió y sin más dio la vuelta.
Para Sana era muy doloroso verla así. Era como una extraña
-Noir... Revisa el campo de amapolas... No encuentro la fuerza para ir a revisar por mi misma. Espanta a quien sea que esté intentando profanar su tumba. --- el cuervo asintió y emprendió vuelo.
[ 救い ]
-¿Entonces? ¿Quién estaba ahí?
-¡Gente destruyendo el monumento! ¡Rompieron una rama!--
-tch..-- se levantó. La Katana y el cuervo iba en su hombro era imponente.
Caminó con rapidez hasta el campo de amapolas en dónde su amado descansaba. Al parecer alguien logro llegar hasta la tumba y estaba causando destrozos.
Al llegar se dio cuenta que había un camino hecho al pisar las flores. En el medio había una niña que observaban a todos lados con nervios. Al chocar miradas ella comenzó a llorar y a gritar hacia dentro del pequeño templo en dónde lo habían sepultado.
Confundida y alarmada comenzó a caminar por el mismo camino de flores pisadas. Se acercaba con rapidez. Cuando llegó una mujer salió con rapidez. En su mano había un barrote, puso a la niña detrás suyo protegiéndola.
-¡¿Quién eres?!-- grito apuntando el pedazo de metal.
-...-- se le quedó viendo. Analizaba todo. -- eso debería preguntarlo yo...¿Quién eres tú?--su mano izquierda tocó la empuñadura de su Katana sin ningún tipo de discreción.
-...no te lo diremos...
-bien. No es necesario. Solo les pido dejen lo que tomaron y se vayan -- soltó la empuñadura, parecían estar escapando. No les quitaría más tiempo, las dejaría ir siempre y cuando dejarán todo en dónde estaba. Ya repararia ella lo demás.
-¡No! ¡¿Por qué lo haríamos?! ¡¿Quién eres?!--la mujer intento tomar la delantera. Era más grande que ella. Podría tomar lo que quisiera e irse.
-la tumba que profanas es la tumba de mi amado esposo. Los restos que robas son tesoros familiares. No dejaré que te los lleves. Te quedarás aquí hasta que los sueltes. -- las palabras no parecían tener efecto en ella, así que por fin saco su Katana apuntando a la niña.
-¡No! ¡Por favor déjela!
-deja lo que tomaste.
La historia de la joven no tenía sentido para la mujer. La única forma que ese cadáver fuera realmente su esposo es que esa joven haya sido obligada a casarse a una edad muy temprana y finalmente el hombre envejeció y murió.
Eso le recordó a su propia vida. Vio a la niña. Niña que había sido obligada a tener por el bien de su familia. Pero ahora escapaban de aquel espantoso hombre. Necesitaba dinero y esa lujosa tumba tal vez podría salvarla.
-por favor... Se lo ruego-- se arrodilló -- ayúdeme. Mi esposo me persigue... Quiere matarme... Solo... Pensé que podría encontrar algo que pudiera vender aquí. Perdoname, pero por favor no mates a la niña.
Sukui se quedó en silencio. Suspiró y guardo la Katana. El cuervo se poso en su mano y le dio su nueva orden.
-busca si hay algún hombre como ese cerca de aquí. --antes de que se fuera lo acerco a la mujer --describe a ese hombre. Noir nos avisará si está cerca -- explicó.
-es un hombre mayor... Es el general del imperio de fuego.
-¿Ellos no habían perdido está parte del territorio?
-lograron recuperar una parte, quieren recuperar todo lo que les fue robado. Actualmente son la familia imperial más débil de las cinco que hay. Y la menos avanzada. Pero son tan orgullosos... --cerro los ojos con fuerza, disgustada con la gente con la que se veía relacionada -- mi marido es un ser horrible. Ahora mismo mi cabeza vale mucho... El me quiere por qué...
-¿Por qué?
-... Ese hombre quiere mi habilidad...
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