Los ninjas actuales le deben todo a sus ancestros. Ancestros como el sabio de los 6 caminos, pero especialmente a sus dos hijos.
Otsusuki Ashura e Indra. Ambos eran los padres de los más grandes clanes del mundo ninja.
Gracias a ellos, el universo...
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es cierto que su mayor miedo era quedarse sola (aunque inconscientemente haya alejado de formas horribles a sus hijos) por eso, ahora que tenía una nueva oportunidad. Estaba intentando hacer bien las cosas. Deseaba que Hiroshi y su hija se quedaran todo el tiempo que fuera necesario.
Aunque tuviera a Sana cerca aun, no era lo mismo. Sana ya no era su Sana, era madre, esposa y líder de su aldea. No podía llegar a abrazarla e intentar fingir que todos esos años en los que la ignoro y se recluyo no habían existido. Que todos esos años de culpa y llanto no existieron era casi un insulto.
Ya habían pasado casi dos meses desde que Hiroshi había decidido quedarse con ella. Y hacia casi un mes que no había vuelto a ver a Sana, después de que tuvieron una última discusión sobre el tema de Hiroshi.
Suspiro cansada del tema, le parecía desgastante. Sukui miraba el cielo despejado mientras tomaba algo de té en la terraza, Hiroshi caminaba por los pasillos, intentando familiarizarse con su nuevo hogar.
Pero por sobre todo, otro tema que la cansaba era la incertidumbre de no saber cuándo vendrían a investigar la desaparición de todo un batallón.
Una incertidumbre que la estaba desgastando, no tenía tanta paciencia.
—¡Sukui!--- y esa era Sana. Después de aquella pelea, ambas se dijeron cosas hirientes. Pero si hacían una competencia, definitivamente Sana había sido quien dijo cosas peores.
—Sana, un gusto tenert---
—El ejercito llegó. Están esperando a que la responsable aparezca. Y no pienso someter al pueblo a más conflictos, así que espero que esta vez lo resuelvas--- definitivamente el respeto ya no era algo que sintiera por su madre. Ya no sentía poder llamarla si quiera madre.
Y no era por el asesinato del batallón, todo simplemente se había acumulado y ya no podía soportarlo más. Le daba tanto terror que su madre se viera tan joven, más joven que ella. Y a pesar del deplorable estado mental en el que estaba, se veía incluso más viva que ella. La situación de su madre era protagonista en sus peores pesadillas. Sukui viviría muchas más generaciones que ella, estaría presente en todas las eras, pero nadie estaría presente para ella.
—veré que puedo hacer--- con toda la paz del mundo se levantó de su asiento, sacudió su ropa, acomodo su cabello y tomó sus cosas para comenzar a bajar las largas escaleras.
Sana detrás suyo apretó los puños con frustración. El comportamiento inmaduro de su madre la estaba sacando de quicio.
—buenos días, soldados. --- se acercó al bullicio con su aparente paz. La gente la dejó pasar mientras agradecía su presencia.
