La tensión en mi cuerpo era notable. Tenía las manos cruzadas sobre el regazo. Me sudaban demasiado y en ellas las uñas se me clavaban de una forma que debería ser dolora. Debería, porque podía sentir mis uñas en las palmas, pero no me dolían en realidad. Me dolía más pensar que perdería los amigos que acababa de hacer y la vida que estaba comenzando de cero.
Pero Gustav quería una explicación, y después de todo se la debía. Tomé aire y comencé a relatar mi historia. Esa que quería a mil metros bajo tierra, pero que siempre resurgía. Puse mis manos aún unidas en la mesa y las miré. No quería contacto visual con él.
-En mi cumpleaños número quince-comencé en tono tan bajo que no estaba segura de si él podía escucharme-, mis amigas y yo fuimos a una discoteca. En ese entonces una de las chicas con las que me juntaba salía con el DJ. Él no nos podía hacer pasar, pero nosotras habíamos ido tan arregladas que ni siquiera nos pidieron identificación. Aparentabamos más edad de la que teníamos.
El lugar era alucinante. Recuerdo que habían luces de todos los colores y gente bailando con la música, todos se movían como si fuesen una sola cosa, y yo deseaba más que nada formar parte de ese mundo... Y fue cuando lo vi. Estaba en una mesa, con un grupo de amigos. Un chico, el más guapo que había visto en mi vida. No pude apartar la vista de él. Ni siquiera cuando sintió mi mirada y nuestros ojos se encontraron.
Mis amigas no me dejaron seguir en mi transe. Me arrastraron a la barra, pedimos alguna bebida de la que ya ni recuerdo el nombre, y bailamos.
Una hora después, con todas súper alegres, y riendo de idioteces, volví a verlo. Estaba apoyado en la barra, mirándome. Yo para ese momento estaba tan prendida, que en lugar de huir o clavar la mirada en el piso, como habría hecho por lo tímida que soy, me moví lo más sexy que pude hasta que él se acercó a mi.
Empezamos a bailar.
No volví con mis amigas a la mesa. Cada una andaba con un ligue diferente. El chico guapo me invitó un trago y yo acepté. Nos sentamos en una mesa en un rincón, y sentados allí, creí que era la persona más genial que había conocido. Debo admitir, que algo de él me parecía extraño, como que no encajase, pero me dije que eran los nervios traicioneros por estar ligando con alguien tan guapo. La atención de un chico mayor siempre es una debilidad de las quinceañeras. Sobretodo si te sentías tan sola como yo en ese momento, y por fin encontrabas a alguien que te "entendía". Ahogué todas mis penas con él, y para algún momento de la noche, ya nos estabamos besando.
Me llevó a mi casa en su coche, y después de otra sesión de besos, intercambiamos números telefónicos.
Al día siguiente, yo no hacía más que esperar su llamada. Revisaba y revisaba el móvil... hasta que me llamó...-me mordí el labio y levante mi vista a Gustav. Este asintió, para darme a entender que podía continuar. Tomé aire nuevamente y volví a clavar mi vista en mis manos.
-Habíamos quedado de ir al cine. Yo estaba eufórica. Me sentía en las nubes... Lo que no sabía en ese momento, era que nunca debes volar tan alto. Lo único que haces es estrellarte contra el suelo...
Todo cambió cuando comencé a salir con Patrick. Era duro para mi pasar tiempo con él, así que me saltaba las clases de piano y matemática para verle.
Naturalmente mis padres se enteraron y me castigaron una semana. Una semana sin ver a Patrick era como una eternidad para mi. Dramática como toda adolescente, al fin y al cabo.
Una noche, mientras estudiaba, escuché un par de ruidos en mi ventana. Cuando me asomé, allí estaba él. Había ido a buscarme a casa porque "me extrañaba" y quería que fuese a bailar con él a una disco. Después de un par de minutos de él rogarme y yo pensarlo, acepté.
ESTÁS LEYENDO
HIFL MIR FLIEGEN#Wattys2015
RandomYo no pretendía llegar a ese punto. Ni siquiera sabía cómo había llegado a ese punto. Yo solía ser de esas chicas que se espantaba cuando veía a sus amigas con un cigarrillo. Un simple cigarrillo... Y resultó que tanto reprenderlas resultó en vano...