CAPÍTULO TRECE "No es mentira"

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Me sacudí las manos de los hombros con brusquedad y me giré colérica.

Y ahí lo tenía. Delante... Con esa sonrisa de payaso que me gustaría borrarle a golpes.

-Patrick.-escupí con asco. Su nombre me quemaba la boca como ácido.

-Vaya, vaya, Anna. ¡Cuánto tiempo!

-¿Qué haces aquí?

-Y pensar que me habían dicho que ahora eras una chica sana-dijó irónico, pasando de mi pregunta.-La última vez que nos vimos eras una niña. Te ha sentado bien este año. Haz desarrollado un cuerp...

-¿Qué mierdas haces aquí, Patrick?-le interrumpí, repitiendo mi pregunta.

-Vivo aquí desde hace un par de meses. ¿Y qué haces aquí, linda?

-No me llames linda.

-Antes te encantaba...

-Antes no te conocía.

-Mmm... Estás muy fría, linda. Pero dime, si ya eres una chica sana, ¿qué haces en un bar?-preguntó burlón. Lo miré con los ojos entrecerrados. ¡Que no se le ocurriera tildarme de drogadicta!

-Vine a ver tocar a mis amigos-respondí con tanta frialdad, que el invierno se habría quedado corto.

Patrick levantó las cejas, sin creer, y empezó a descojonarse de la risa frente a mi. Su risa me enfadaba... A decir verdad, todo de él me irritaba a estas alturas.

-Espera, espera-dijo aún entre risas.-¿En serio, Anna? ¿Tus amigos son un chico que parece una escoba con patas indefinida sexualmente, un rapero frustrado, un gipi roquero de cabello largo, y un chico tan rudo que parece un oso de felpa? ¿En serio?-volvió a reirse. Ooooh. Conmigo que dijera mil y un vergas, pero que a ellos ni los tocara.

-Bill es mucho más hombre de lo que tú podrías llegar a soñar. Y ellos son mil veces mejores personas que tú. No-te-metas-con-ellos.-especifiqué, remarcando cada palabra.

-¿Crees que tus amigos te defenderían tan bien si supieran que eres una...?

-¡No se te ocurra llamarme así!-le interrumpí de un grito, apretando mis puños. De verdad. Lo golpearía si no fuese mucho más fuerte que yo.-Yo sólo era ingenua. Estaba enamorada de ti.

-Creo que aún lo estás.

-Me das asco-dije con todo el odio que tenía dentro, y avancé para irme de allí. No quería estar cerca de Patrick. Lo quería lejos... Y diez metros bajo tierra, si se podía.

Patrick me agarró del brazo y me giró bruscamente, quedando frente a él.

-Suéltame-dije tratando de liberar mi brazo.-¡Me lastimas!

-Graba esto en tu cabeza, Anna: Vas a ser mía de nuevo-soltó una sonrisa maliciosa, que me dejó helada.

Me soltó el brazo y se fue.

Me quedé parada ahí, con los ojos abiertos de par en par y un escalofrío recorriendome todo el cuerpo.

Miles de recuerdos invadieron mi mente en ese momento. Recuerdos que había mantenido encerrados en mi mente desde hacía muchos meses. Recuerdos con Patrick. Todos pasaron por mi mente con claridad, como si los estuviese viendo en la pantalla de una TV.

Sacudí la cabeza frenéticamente, desesperada por escapar del dolor.

No me iba a dejar ganar. No esta vez. Patrick no podría conmigo.

Entré al baño. Mi reflejo en el espejo era casi un fastama: estaba totalmente pálida.

Me lavé la cara con agua helada, retoqué mi maquillaje, tomé un par de respiraciones, y cuando me sentí algo calmada salí.

HIFL MIR FLIEGEN#Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora