Cerré la puerta y subí las escaleras hasta mi habitación. La ropa que me faltaba ordenar seguía desparramada por el lugar, pero no me importó. La verdad no tenía ganas de limpiar ahora.
Me tumbé en la cama y miré el techo. Sabía que debía alistarme y acudir a la sesión que me tocaba, pero no quería. Tuve un pequeño dilema interno, el cual terminó ganando mis ganas de faltar. No era necesario que fuese todos los días, y la verdad era que empezar la semana con un médico diciendome que todo estaría bien y que no estaba sola, no me apetecía en absoluto.
Estuve tendida como una hora. Quizás más, quizás menos. La verdad no sabía, y no me importaba. Sólo tenía claro que aún era de día y que por la noche debía asistir al ensayo de los chicos. Quería verles. Quería que me hicieran sentir feliz con sus risas y sus tonterías.
Me levanté de la cama y decidí cambiarme. Primero tomé una ducha rápida, y luego me puse unos jeans rotos con una camiseta azul oscuro, más mis converse. Tuve pereza así que no me maquillé. Metí mis llaves, móvil y mapa de bus en mi bolso y salí de la casa. Caminé hasta la parada y tomé el primer bus que me sacará de allí. Revisé el mapa para verificar el número del bus y a dónde iba, y tuve suerte: justo iba al centro.
Hamburgo era una ciudad fascinante, grande, y hermosa. Todo lo que mirabas te encantaba. Caminé y caminé sin prestar atención absoluta de donde cruzaba. Todo lo que quería era conocerlo todo. Estaba maravillada.
El sol empezó a ocultarse, haciendome prestar atención a mi al rededor. La verdad no sabía dónde estaba. Era obvio que me había alejado demasiado de la estación donde había bajado, y eso fue un error. Tomé mi móvil y vi la hora: seis y media de la tarde. Se suponía que debeía ir a casa de Gustav, pero, ¿cómo carajos iba a llegar?
-Disculpe...-murmuré a varias personas, tratando de pedir indicaciones. Pero todos pasaban de mi, dejándome sola. Me mordí el labio con nerviosismo. ¿Por qué me había alejado tanto? Un trueno retumbó en el cielo haciéndome sobresaltar.
La gente a mi al rededor empezó a moverse aún más rápido, apurada por cubrirse de la lluvia. Yo seguía parada en medio, tratando de pensar por dónde devolverme. Estaba empezando a entrar en pánico.
Decidida a buscar un bus, di un paso hacia la izquierda, chocando con alguien, tropezando y cayendo. El hombre me miró de forma malumorada y siguió su curso. No pude más. Me eché a llorar. Sabía que era irracional llorar en medio de la nada, pero estaba tan nerviosa que no pude hacer otra cosa. Era una chica de esas que cuando se enojaba, lloraba. Y cuando alguna situación la sofocaba (como ahora) lloraba. Idiota, lo se. Pero tendida allí, sola, bajo la lluvia fria, en un lugar desconocido, no se me ocurrió otra cosa. Estaba perdida.
Lloré aún más fuerte.
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HIFL MIR FLIEGEN#Wattys2015
CasualeYo no pretendía llegar a ese punto. Ni siquiera sabía cómo había llegado a ese punto. Yo solía ser de esas chicas que se espantaba cuando veía a sus amigas con un cigarrillo. Un simple cigarrillo... Y resultó que tanto reprenderlas resultó en vano...