Churros

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Diego POV

Su sonrisa amable acompañada por esa mirada que te hacía confiar instintivamente en él, me habían dejado aturdido, Nikolas había llegado apenas un segundo después, llamándome desde la ventana del auto, ignorando por completo al chico frente a mí y la misma sensación que había empujado a rechazarlo en Navidad, me llevó hasta el auto sin preguntar cuanto tiempo estaría aquí.

Ahora estaba lanzando cosas al carrito mientras mi omega gimoteaba por verlo de nuevo, poniéndome de mal humor, no quería a Andrés en mis pensamientos, estaba bien sin él desde que se había ido a la Universidad un año antes que nosotros, mi omega parecía haberlo superado y podía andar por los pasillos sin el miedo de encontrármelo, cuando vine aquí estaba libre de él.

Mi vida no giraba en torno a donde estaría o los lugares que evitaba para no sentir su aroma, mi omega regreso a su habitual silencio y me sentía relajado la mayor parte del tiempo. Aunque Nikolas solía decir que más que relajado parecía estar apagado todo el tiempo, excepto esos días en que Louis aparecía.

Joaquín había mencionado más de una vez lo raro que le resultaba mi omega, pues mientras estaba embarazado mi aroma le parecía refrescante a veces y otras era como si la menta se amargara hasta poner a su omega a la defensiva.

Nunca entendí a que se refería, hasta que Nikolas menciono aquello, porque podía sentir el cambio, Louis lo ponía de buen humor, agitaba la cola a veces y cada que su aroma a café se metía en mis sentidos, todo mi cuerpo vibra hasta sacarme una sonrisa que no podía quitarme en todo el día.

Con Andrés pasaba exactamente lo contrario, cada que aparecía mi omega pasaba de una alegría inicial a un cúmulo de emociones que me era difícil controlar, en cuestión de segundos. Su aroma traía esa misma felicidad que llevaba Louis, pero tan pronto lo buscaba con la mirada, notaba como sus ojos no se apartaban de mi mejor amigo y cada que me miraba a mí, lo tenía a él en sus pensamientos.

A veces era más difícil la fingida amistad que el rechazo e inconscientemente empuje a mi omega hasta el fondo de mi mente los últimos meses antes de mudarnos, para evitar que saliera más herido, sin darme cuenta que a su manera mostraba su tristeza y frustración. Como ahora que sollozaba bajito por mi rápida huida.

Agité la cabeza negándome a seguir analizando los pasos de la relación que no tuvimos, era por eso que odiaba verlo, despertaba cosas que prefería mantener dormidas.

Tomé un bote de helado de nuez, pasando de largo mi sabor favorito, porque me traía malos recuerdos y lo puse en el carrito junto al resto de las cosas que ya llevábamos, Niko apareció a la vuelta de la esquina llevando un par de bolsas de frituras y los dejo caer encima de todo sin cuidado alguno.

―Solo falta la harina para los churros y...

―No, en realidad no tengo muchas ganas de churros hoy. ―musité rápidamente empujando el carrito mientras él caminaba a mi lado, ahora prepararlos iba a recordármelo y estaba dispuesto a ignorar cualquier cosa que lo metiera en mi cabeza.

―Creí que eran tus favoritos. ―me encogí de hombros y entramos al área de carnes frías, nunca comprábamos comida de verdad, la nevera era muy pequeña y no teníamos donde preparar algo, así que nos limitábamos a cosas sencillas que pudiéramos comer entre clases o en un antojo de medianoche.

―Lo son, pero estoy cansado por el vuelo y comí demasiado en casa, lo último que quiero hacer es ensuciar todo el piso de la habitación preparando churros. ―frunció el ceño mirándome de reojo, pero asintió sin hacer más preguntas, quizás en unos días, cuando Andrés se fuera y volviera a fingir que no existía, podría sacar la máquina de su caja.

Eras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora