Destinados

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Diego POV

Miré la cama al otro la habitación, Nikolas estaba dormido, ni siquiera se daría cuenta si salía un momento, suspiré cayendo de espaldas en la cama mirando el techo blanco de la habitación.

Habían pasado diez minutos desde que recibí su mensaje, tiempo en el que subí y baje las piernas de la cama indeciso sobre si debía ir a hablar con él o debía ignorarlo con la esperanza de que regresara a donde pertenecía. Mi omega estaba volviéndose loco intentando convencerme de que le escuchará al menos una vez, pero la parte más racional de mi cerebro me repetía lo que había pasado la única vez que deje a mi omega tomar el control respecto a Andrés.

Suspiré pesadamente mirando la diminuta ventana como si fuera capaz de verlo afuera esperando, no quería salir herido de nuevo, me había pasado los últimos dos años olvidando la forma en que me miró esa tarde, no podía pasar por eso una vez más, pero muy en el fondo seguía esperando que pudiera mirarme así porque lo sentía y no por un estúpido sentimiento de empatía.

Me levanté tomando la chaqueta que había dejado a los pies de la cama sin detenerme a pensarlo demasiado, si iba a bajar debía hacerlo en lugar de estar dando vueltas en la cama, salí del cuarto colocándome torpemente las botas de invierno en el pasillo para evitar despertar a Nikolas, baje las escaleras con mi omega ansioso de verlo de nuevo y finalmente abrí la puerta topándome con su anguloso rostro a unos pasos de distancia.

―Creí que no vendrías. ―murmuró sacudiéndose los copos de nieve del cabello, no era una nevada fuerte, pero seguramente por la mañana habría una sabana blanca en toda la ciudad. Bajé el primer escalón metiendo las manos en la enorme chaqueta y me encogí de hombros como si no me afectara verlo a la cara después de tanto tiempo.

― ¿Por qué estás aquí? ―musité mirándole a los ojos forzando a mi omega a meterse en la misma caja donde lo encerré el día después de besarnos por primera y única vez.

―Te dije que iba arreglarlo. ―sonreí sin gracia y levanté una ceja negando lentamente.

― ¿Arreglar qué exactamente? ―susurré sin llegar a entender que quería reparar, nunca fuimos grandes amigos para rescatar la relación previa a ese día y no había nada que arreglar después de su rechazo, fue limpio, sin rodeos, sincero.

―A nosotros. ―fruncí ligeramente el ceño y él paso la punta de su lengua por sus labios en un gesto nervioso. ―Me refiero a lo que paso entre nosotros y lo que dije después. ―corrí la mirada tan pronto el recuerdo vino a mi mente y suspiré deteniéndome en el último escalón.

―No paso nada entre nosotros, Andrés. ―mascullé resentido con su actuar, era suficiente con como habían quedado las cosas, no necesitaba que me siguiera hasta aquí para continuar explicándome cuanto lamentaba haberme besado. ―Y no tienes que seguir disculpándote por un error de hace años, sé que tienes esta extraña necesidad de arreglar todo para todos, pero no hay nada que arreglar aquí. Estaba en celo y actuaste como creíste que debías hacerlo. ―farfullé conteniendo cada emoción que quería expresar en esas palabras, no iba a contarle las noches que pase en vela pensando en ese beso, ni la primera vez que lloré por no ser correspondido, él no necesitaba saber que me había roto el corazón. ―Dijiste lo que sentías y está bien, tenías razón. Besarnos fue un error.

―Nunca dije que había sido un error. ―le miré fijamente rememorando cada palabra que salió de sus labios, aun cuando no dijo la palabra error, ambos sabíamos a que se refería cuando me explicó lo que había pasado.

―Pero lo fue. ―susurré con el viento golpeándome el rostro. ―Tú estabas enamorado de Joaquín y yo lo sabía, incluso si él no te correspondía. ―le observé sin apartar la mirada y me di cuenta a pesar de que antes conocía a la perfección cada gesto de su rostro, las emociones que cruzaban por su mirada e incluso podía adivinar que sentimiento lo controlaba por el cambio en su aroma, ahora era solo un viejo desconocido. ―Tú tenías un omega y no era yo. Eso es todo, no hay que darle tantas vuelvas a la historia, ni reparar los daños. Puedes volver a la universidad y olvidar el tema, es lo que yo hice. ―terminé con el tono derrotado que solo había utilizado con él, me miró como si no supiera que decir y decidí regresar a mi habitación, sabía que su presencia aquí no significaba más que una forma de retribuirme por haberme hecho sentir mal.

Eras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora