Final: Nuestra historia

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Diego POV

Explicarle a Andrés lo que había hecho no fue sencillo, estuvimos en ese hospital una semana más antes de que lo dejaran salir y no paraba de hacer preguntas sobre lo que pasaría con nosotros ahora, no había pensado en el futuro cuando decidí marcarlo, honestamente ni siquiera creía que fuera una marca de verdad, supuse que se desvanecería con el tiempo y funcionara como un efecto placebo, pero no estaba desapareciendo.

En cambio, ahora éramos capaces de escuchar lo que él otro pensaba, igual que Niko y Eduardo, su aroma me seguía a todas partes sin importar que tan lejos estuviera como Joaquín con Emilio toda la preparatoria y mi omega amenazaba con entrar en celo cada que Andrés mencionaba que deberíamos estar juntos permanentemente.

―No vamos a ser una pareja solo porque te marque. ―murmuré por decima vez en lo que iba del día, el doctor le había dado el alta después de su "milagrosa" recuperación y sus padres aún luchaban con el bendito clima para poder venir a Boston. Así que les prometí llevarlo hasta su apartamento para cuidar de él.

En esa semana había vuelto a mis clases normales, iba unas horas mientras Andrés se quedaba en el hospital y regresaba por las tardes para pasar el resto del día con él, ahora el plan era básicamente el mismo, excepto que él iría a mi casa compartida, no me sentía seguro yendo a su apartamento cada día, una cosa era estar solos en una habitación vigilada por doctores y enfermeras, y otra muy diferente estar verdaderamente solos. Podía sentir la desesperación del alfa de Andrés y no iba a arriesgarme cuando ninguno tenía idea de que éramos exactamente.

―No, pero podemos ser pareja porque nos amamos. ―le miré por encima de la barra de la cocina con el ceño fruncido y una ligera sonrisa, de verdad estaba usando la artillería pesada.

―Nunca hemos estado juntos de verdad, Andrés. No me conoces lo suficiente y yo a ti tampoco, tener una relación en este momento sería el mismo error que ya cometimos dos veces. ―musité tomando una bolsa de basura para limpiar la nevera, habíamos ordenado pizza para comer, porque todas sus provisiones ya no servían en absoluto. ―Ni siquiera sabemos si esa marca es de verdad.

―Claro que es de verdad, el doctor dijo que lo era. ―negué sonriendo y me giré para abrir las puertas del refrigerador, solo para toparme de frente con una foto mía con Elizabeth, volví a mirarlo confundido y sorprendido, y sus mejillas se tiñeron de un inocente sonrojo. ―Es la única foto que tengo de Elizabeth. ―musitó bajando la mirada hasta la barra, asentí retomando mis intenciones de arreglar la nevera.

Nos deshicimos de toda la comida expirada y lavamos todos los trastes usados antes de que la pizza llegara, afuera aún llovía, así que era normal que hubiera tardado tanto el repartidor. Le sugerí sentarnos en la sala ya que habíamos terminado de limpiar la cocina y no quería ensuciarla de inmediato, él asintió pasándome dos platos y sirviendo dos vasos con agua, olvidamos pedir algo para tomar con la comida.

Acomodé todo en la mesita de centro, con su atenta mirada sobre mí, mi omega no dejaba de gimotear como si quisiera que me sentara en su regazo y estaba a punto de tomarme un supresor solo para callarlo un minuto, pero lo cierto era que después de días enteros temiendo que no despertara, se sentía bien verlo tranquilo en casa.

―No sabía cual te gustaba, así que la pedí de peperoni. ―murmuré sentándome en la alfombra esperando a que él hiciera lo mismo.

―Esa es mi favorita, mi madre no nos dejaba pedir comida rápida cuando era niño, así que mi papá solía llevarme a comprar una rebanada en la vieja pizzería del pueblo después de la escuela a escondidas. Solo tenían de peperoni o de queso y siempre creí que la de puro queso era una estafa, no tenía nada arriba, solo queso, todas las pizzas tienen queso. ―le miré en silencio escuchando todo lo que repentinamente decidió contarme, no conocía más allá del Andrés adolescente, pero imaginarlo siendo un niño enamorado de la pizza de peperoni me dejo una sensación agradable que me recorrió todo el cuerpo. Al levantar la mirada hasta mi rostro sonrió con sinceridad y se deslizó torpemente para estar más cerca de mí. ―Quiero que me conozcas.

Eras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora