Di la vuelta, quedando frente a él, Dios, me perdí en su mirada, el intenso azúl de sus ojos hipnotizaba a cualquiera, incluyendo me.
- ¿Querés un trago? - Pregunto con su grave voz.
«Dios no, otra vez no»
- No, ya e bebido mucho - Afirmé.
- ¿Querés bailar entonces? - Extendió su mano enfrente de mí.
«Caray, ¿Ese hombre que hacía?»
- Obvio que bailaría contigo, bueno, lo que digo es, que sí - Lo dije tartamudeando.
«No Vanessa, pensara que estás desesperada»
- Que entusiasmada estáis - Dijo en una sonrisa, a la vez que reía.
- Siempre soy así - Respondí sarcásticamente, frunciendo el ceño.
Nos dispusimos a bailar, me encantaba el ritmo de esa canción, y más si la colocaban en aquél club. Era uno de los clubes con más prestigio y clientela de la ciudad, por combinar diferentes ritmos, cómo la “Hora loca”
- Y bien, ¿Que te trae por estos lares, mister empresario? - Pregunté con sarcasmo.
- Lo mismo que te trajo aquí - Respondió con el mismo tono de voz que yo.
- Muy gracioso mister, tengo una pregunta, ¿Me estás siguiendo o que? - Le lancé una mirada algo seductora, sonriendo.
«Estaba más que claro, que no podía dejarme llevar por la tentación, aunque no fuese mi jefe, ni nada por el estilo, debía comportarme como la chica que era»
- Siempre soy gracioso preciosa - Me guiñó un ojo, junto a un tono sensual y seductor en su voz - Y respecto a tu pregunta, no, no te estoy siguiendo, si es por haberte salvado de caerte en medio de la calle, fue coincidencia, y si es por encontrarte aquí, repito, es coincidencia - Su ceño se tornó más serio, pero su tímida sonrisa delataba que no estaba nada molesto.
- O sea, que cuando fuiste al café, también fue una “coincidencia” - Dije sarcástica, haciendo las comillas con mis dedos.
- Fui a hacer unas cosas de trabajo - Dijo tartamudeando y pasando su mano por su nuca, mientras sonreía.
¿Desde cuándo era trabajo ir a un café? Al menos que fuese el dueño de éste, tendría toda la razón, pero no, solo poseía el terreno.
- Trabajo¿eh? - Lo miré con intención de que me explicará.
- Son temas privados, y de igual forma, te podrían causar incomodidad, y es lo que menos quiero - Su semblante cambió, cómo si estuviese recordando algo que no le gustó mucho.
- Mmm bueno, no soy chismosa ni nada de eso - Lo miré con determinación - ¿Te parece bien volver a la barra? - Le pregunté, cruzando mi mirada con la suya, luego moviendo mis ojos hacia un lado, señalando a los asientos y en dónde se encontraba el bartender en el fondo - Es que dejé sola a mí amiga, y pues no quisiera ser descortés con ella - Coloqué cara de niña pequeña, lo cual provocó su risa.
«Oh no, algo me decía que no terminaría bien»
- Bien, vamos, no quiero que tu amiga se “Enoje” - Dijo con algo de risa, haciendo comillas con sus dedos.
- Vale - Contesté simplemente.
Nos dirigimos hasta la barra, y empecé a buscar como loca a Jenna, no me importó que los demás dejarán sus tragos unos segundos para ver mi reacción.
- ¿Dónde rayos estará? Dios, debí quedarme, estaba ebria - Dije con la voz algo rasgada.
Entonces Adán me miro, y dirigió su mano a mi hombro.
- Tranquila, no debe de estar tan lejos - Dijo tranquilamente.
- ¿Cómo estás seguro de ello? - Dije intentando tranquilizarme, sabía que Jenna estaba algo pasada de tragos, y cualquier hombre con malas intenciones podría aprovecharse de ella.
De repente sentí que alguien tocaba mí espalda, con las yemas de sus dedos. Sorprendida, di la vuelta, y para mí sorpresa era ella.
- ¿Dónde estáis? Me has pegado un susto tía, pensé que te había pasado algo - Dije algo exaltada.
- Fuí a hablar con Jason, ya que estabas bailando con ese tío tan sexi - Dijo en un susurro, guiñándome el ojo.
- Ha, disculpa Jen - Me sincera - Pero de igual forma, me asustaste tía, sabes que en lugares como esté, los tíos sin parejas, suelen aprovecharse de tías solitarias - Dije más calmada, dedicándole una tierna sonrisa a Jen - Creo que ya deberíamos irnos, es la 1 de la mañana, y e tenido una semana muy ajetreada.
- Te entiendo, y que bueno que te importo, sabes cómo suelo ser de divertida, pero estaba hablando con Jason - Lo dijo como si fuese una niña pequeña, y su cara tierna de chiquilla la hacía verse algo graciosa - Pero, ¿Podemos irnos a las 2 de la mañana?, La noche es joven, por favor - Me suplicó, colocando ambas manos juntas.
- Está bien, pero a las 2 nos vamos, y no quiero que empieces con tus berrinches de, “Me quiero quedar” porque ya te conozco - Le advertí señalando la con un dedo, riéndome.
- Tranquila, no haré berrinches - Respondió unos segundos después.
Seguimos bebiendo, hasta que se hicieron las 2am, ya debíamos irnos, pero Jen estaba ebria, salimos del Disco Club, prácticamente estaba cargando a a mi amiga, esperamos por 15 minutos afuera, estaba haciendo mucho frío, y olvidamos llevar abrigos, las puertas del Club se abrieron, de ellas salió un Díos Griego. Era Adán.
- Pensé qué ya se habían ido - Me miró extrañado.
- No ha pasado ningún taxi - Dije algo temblorosa, podía ver mi aliento.
- Si quieres, ¿Las puedo llevar? - Dijo notando lo mal que estábamos ambas. Aunque yo tenía cordura, el frío me estaba matando.
«Dios, está haciendo mucho frío»
- Normalmente no iría con un extraño en un vehículo, pero las condiciones en las que estoy, sosteniendo a Jen, me obligan a decir que sí - Dije unos segundos después, con cansancio en mí voz.
La verdad es que, nunca subiría al auto de un extraño, pero no sentí el más mínimo temor hacia él, algo en mí interior, me decía que confiara, lo cual, no era muy común para mí.
- Vale, vamos - Su voz grave era melodía para mis oídos; un deleite; cada vez que lo escuchaba hablar, mi cuerpo sentía una sensación de tranquilidad, al igual que picardía. Probablemente sentía atracción ante ese sujeto, pero no estaba segura del todo aún...
Adam ayudo a Jenna a montarse en el asiento trasero del vehículo, y a mí me abrió la puerta del copiloto, extendiendo su mano, y luego la cerró, montándose en su asiento.
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Una Presa Al Acecho
RomanceVanessa era una clásica Good girl, pero la vida la conviertio en una fiera.