CAPITULO 25 Pasión III

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Vanessa

Estábamos tan cansados, luego de una sección de placer tan intenso, pero la verdad, aún necesitaba más…

Tus gemidos son como música para mis oídos -. Su respiración se encontraba ligeramente entrecortada, era de esperarse.

Tus besos en mi cuello me enloquecen -. Sonreí con picardía, llevando mi dedo índice a mis labios, paseando lo con delicadeza, sin perder el encanto — Aún tengo energías para algo más -. Lleve el mismo dedo hacia sus labios. Su sonrisa se extendió por su sensual rostro.

Podríamos seguir… -. No deje que completará la frase, lo bese con desesperación, reaccionando de esa manera en devolver dicho beso, con mucha más ferocidad, devorando mi boca, sentí el tacto de su lengua junto a la mía, sus labios son tan cálidos, y están en aquel punto perfecto de carnosidad. Su forma de besarme me hacían sentir en las nubes.

De un momento a otro, me encontraba sobre el cuerpo de el hombro de ojos azul claro. Sus manos se encontraban sobre mi trasero.

Princesa, es tan jodidamente excitante, pero debo de colocarme un preservativo, espera un momento -. Me levanté, detallando las facciones de su bello rostro, babeando de observar su cuerpo de Dios griego. Me dió la espalda un momento, estaba hipnotizada, viendo su sensual espalda y trasero, cuando volteó, ya estaba listo para la acción — Ahora si preciosa… -. Sonrió con picardía. Ambos nos encontrábamos de pie.

¿Que piensas hacer? -. Lo mire a los ojos, indagando algún posible pensamiento, pero todo era inútil. Sus pupilas se encontraban tan dilatadas, lo que causaba que su hermoso azul claro, se perdiera en la oscuridad de su mirar.

Volteate -. Me ordeno. Haciendo caso a su orden, le obedeci, girando mi cuerpo, quedando de espaldas a él, en ese preciso momento, sentí su erección en mis glúteos, oh no, ¿Él no iba a…? ¿O sí?

Primero que nada, no quiero tener sexo anal -. Le advertí, mis palabras fueron como una cubeta de agua fría para él. Pero de verdad, no quería hacerlo por ahí.

Está bien… solo abre bien las piernas, eh inclinate un poco, pégate a la pared, así podrás arrecostarte mejor -. Escuché a todas sus instrucciones, y lo hice. Entonces sentí como un grueso ser místico del hombre, entraba a mi interior, no pude aguantar gemir. Era una posición completamente nueva para mí, lo cual me provocaba sensaciones de dolor y placer al mismo tiempo. Cómo era de esperarse, sus movimientos se volvieron más rápidos, el choque de sus caderas junto a mis glúteos, hizo eco por toda la habitación.

Mordí mi labio inferior, esto era jodidamente excitante, Onfroy colocó sus manos sobre mis caderas, profundizando sus embestidas, el sonido que emitían nuestros cuerpos, eran como música para mis oídos, esto era jodidamente bueno. No lo voy a negar, el sexo es algo que me gusta, ¿Por qué negar algo que las personas hacen?

Mierda… me encantas demasiado -. Susurró contra mi oreja, su cálido aliento chocando contra está, sentí como mis mejillas se calentaban más de lo que ya estaban, lo cual causo que el deseo creciera en mi interior, mis gemidos aumentaron, me encontraba gritando de placer — Di mi nombre -. No paro de darme aquel exquisito manjar por allá abajo.

— A… Ad… Adam…

— ¡Que grites mi maldito nombre! -. Vaya, alguien no estaba de genio. Por lo poco que sabía, cuando el dominaba, le encantaba que gimiera su nombre.

— Adam… ah… Onfroy… ah…

— Así… mierda -. Gruñó, sus caderas seguían moviéndose con aquella jugosa sintonía. Podía sentir aquel ligero dolor en mi vientre, el orgasmo se aproximaba, Dios que bien se sentía.

Mierda… voy a venirme… -. En cuanto el llego al clímax, lo pude notar, y todo por sus gruñidos, y ligeros jadeos masculinos. Por mi parte, faltaba poco para que yo llegará, pero el siguió embistiendo mi cuerpo, no paso mucho, hasta que sentí como llegaba al tan deseado clímax, mi cuerpo se retorció de placer ante las emociones. El orgasmo me hizo liberar todo, haciendo que me agotará. Estaba exhausta, decidí entrar en la ducha, había Sido un día muy agotador, necesitaba aquel baño.

Luego se un sexo tan fantástico, solo quería acostarme a dormir, abrí la llave de la regadera y el agua tibia cayó sobre mi cuerpo, cerré los ojos para relajarme, pero algo ocurrió, en cuanto los abrí, mi campo de visión, se encontró con un monumento parado junto a mí.

Que mal educada eres, te vienes a bañar sin avisarme, princesa -. Su sonrisa solo decía una cosa, picardía.

Tu sos el mal educado, ¿Cómo vas a meterte así como así mientras me ducho? -. Ataque, siguiendo aquel juego de sonrisas pícaras.

Mejor, disfrutemos el tiempo, dándonos un relajante baño -. Sus manos me tomaron por las caderas, acercándome a su cuerpo, su erección era más que palpable. «oh no, otra vez no» — Tranquila, no lo haremos, estoy exhausto -. Bostezo — Aunque, prefiero un mañanero -. Me guiño el ojo.

— Eres un jodido idiota -. Golpee ligeramente su brazo.

Pues este idiota, hace que grites su nombre -. Acercó aún más su cuerpo contra él mío, estábamos a solo escasos centímetros para que nuestros labios chocarán. Me levanté ligeramente para besarlo, pero mis pies se deslizaron, me ví en el jodido piso, por suerte Adam logro sujetarme, haciendo que mi caída no fuera tan grave, en cuanto quedé arrodillada en el suelo del baño, note que algo estaba listo para la acción, sin más, no lo pensé, simplemente quería tenerlo en boca.

— Soy una niña muy torpe -. Lo mire desde abajo, no podía ver mis iris, pero sabía que estarían más oscuras de lo normal — Oh Dios, ¿Que es esto? -. Agarré su miembro entre mis manos. El bello azul claro de su mirar, había desaparecido, ahora se encontraba un tono mucho más oscuro, sabía que estaba preso del deseo — Parece un dulce… creo que voy a probarlo -. Lo observe con picardía y una sonrisa torcida salió de mis labios, los escuché gruñir. Metí su pene en mi boca, chupándolo lentamente.

Mierda -. Echo su cabeza hacía atrás, luego metí la mitad de su miembro, iba variando, lo chupaba, deslizaba mi lengua desde su tronco hasta la punta o jugueteaba con la punta de mi lengua en su glande, cuando paraba por segundos, me deleitaba en observarlo desde abajo. Los músculos de su cuerpo se contrajeron aún más, a decir verdad, tenía una muy buena vista de aquel hombre — Te ves jodidamente sexy -. Paso su mano derecha por su mojada cabellera — Mierda, no aguanto más -. Tomo un puñado de mi cabello, y comenzó a tirar de él, hacia delante y atrás, podría decir que no me gustaba, pero su dominancia era fantástica, deje que lo hiciera, pues tenía otras cosas más en mente…

Unos minutos después, sentí como un líquido espeso se deslizaba por mi boca, había llego al clímax en mi boca.

¿Te eh dicho que te ves jodidamente hermosa cuando mi semen se escurre por tu boca? -. Su mirada iba cargada de malicia y deseó, sus pupilas estaban tan dilatadas, que apenas se notaba el azul claro de su mirada.

Eres una jodida mierda, me descobrare por esto -. Dije retirando aquel liquido blanco de mis labios con el dorso de mi mano, para levantarme y acercarme a él — Pero no puedo ser tan cruel contigo -. Me acerqué para besarlo, el lo noto, y agachó su cabeza, pues el es más alto a mi lado.

Terminamos de bañarnos, cogí una toalla y la enrollé en mi cuerpo, Adam la coloco en su cintura, prosegui a cepillarme los dientes, y salir del baño. Lo encontré sentado sobre la cama con ambas manos en la cabeza, se encontraba mirando al suelo, cómo si pensará en mil y un cosas…

Una Presa Al AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora