CAPITULO 14 Despedida

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Las semanas pasaron, dándome tiempo suficiente para centrarme en mis problemas; seguí manteniendo contacto con Adam, y de vez en cuándo, él iba al café, dándome la oportunidad de charlar. Mi interior ardía con su presencia, sentía atracción hacia él, pero prefería reservar mis sentimientos, por más consejos que mi amiga me diera, yo actuaba igual, “Fría” podía decir; aunque mi corazón latiera a mil, mis pensamientos me recordaban, lo cruel que pueden ser las personas…

Las vacaciones de verano llegaron, y con ello, el día en qué Jenna y Jason se irían de viaje; estaría sola unos cuantos meses, pues se quedarían en casa de los familiares del chico.

La última semana tuvo muchos tropiezos, junto a problemas para mí, pero la rubia se encontraba emocionada, y era lo que importaba; la ayude a empacar, pues está, se encontraba distraída con otras cosas, aunque me hubiera gustado que se quedará, no debía ser egoísta con ella, era uno de sus sueños.

Jenn me animo a contarle a Adam lo que sentía, pero aún así, decidí callarlo; “La relación” marchaba bien, digo, cómo amigos; aunque hicimos cosas indebidas, así era la vida, y pues debía seguir con la frente en alto, afrontando mis demonios internos. Debía mantener en silencio, aquella voz en mi cabeza, que me decía una y otra vez «Hazlo, dile, no perdés nada con intentar»

Aún así, mi cobardía podía más conmigo.

Decidí colocarme un vestido amarillo, semi holgado, de tirantes, en conjunto de unas sencillas sandalias de tonos doradas, estaba haciendo bochorno en la ciudad. Para la despedida de mis amigos, acordamos ir a un Café bar, de concepto rústico y estético; y pensar, que no tendría de su compañía en un largo tiempo. La rubia me dijo, que si conseguía un empleo eficiente, se quedaría a vivir allá… me desanimé en parte, pues era una de las personas más importantes en mi vida, desde mi llegada, en aquél lugar.

¿Pero?

Una buena amiga, debera de apoyar a la otra, con cualquier decisión, que está tome.

Sacándome de mi órbita, escuché unas sutiles palabras, una voz que reconocía a la perfección, y que extrañaría en un largo tiempo.

Vanessa -. Movió ligeramente mi brazo; aún no lograba aterrizar por completo de mis pensamientos — ¡Vanessa! ¡Responde tía!

— ¿Qué? -. Estaba algo confundida, pero al fin tenía los pies sobre la tierra.

— Cariño, llevo rato hablándote, no prestas atención… Quién sabe, que sea lo que te tenga así -. La rubia me miro con picardía, provocando que me sonrojara.

— ¡Lo sabía! Pensás en él -. Se sobresalto, casi gritando con emoción.

— Oh Vanessa; alguien te está moviendo el piso ¿He? -. Habló Jason, entre risas.

— ¡Hey! Te equivocas Jason, nadie me mueve el piso, cómo vos decís -. Suspiré.

— Lo dice la chica fría, a la que se le hablando el corazón por un hombre -. Jenna se reía, burlándose de mí. Era más que inevitable, sentir cosas por él, luego de decir mil y un veces «el amor es una mierda, solo los débiles caen en él»

Una Presa Al AcechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora