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Se pasaron la siguiente hora y media poniéndose al día, disfrutando el uno de la compañía del otro. En el pasado habían sido muy buenos amigos, y eso se seguía notando años después.

- Bueno – Morgana se estiró en la silla y miró hacia el exterior, donde el cielo ya había oscurecido – Creo que será mejor que vuelva. Probablemente Farah piense que me he escapado o algo por el estilo – rodó los ojos con diversión.

- Tu ausencia se notaría – respondió el hombre mientras empezaba a recoger – Las plantas han cambiado desde que estás aquí, igual que la luz – señaló la lámpara que tenían encima de ellos – Brilla con más intensidad.

- Me dais más importancia de la que tengo – replicó la morena, sacudiendo la cabeza – Gracias por la charla, Harvey – lo abrazó con cariño – Me ha venido muy bien.

- Lo mismo digo, Morgana. Te echaba de menos.

La chica se despidió con una sonrisa antes de volver al edificio donde se encontraban las habitaciones. Atravesó el jardín con rapidez, ignorando la intensidad con la que los árboles la llamaban. Se detuvo a medio camino, pero reanudó la caminata mientras negaba. Ya tendría tiempo de reencontrarse con la naturaleza.

Lo primero que se encontró al poner un pie en el edificio fue a una emocionada Terra que salió a su encuentro.

- ¡Hola! – la saludó con extrema efusividad.

- Hola, Terra – correspondió al saludo con cortesía mientras miraba a su alrededor en busca de una de una escapatoria. No es que la chica le cayera mal, al contrario, le resultaba muy agradable, pero en ese momento necesitaba evadirse de todos, y lo único que conseguía la hija de Harvey era llenarle el cuerpo de emociones contradictorias.

- ¿Qué habitación te ha tocado? ¿Quieres que te acompañe? Yo...

- Terra, deja a Morgana tranquila – la voz de Harvey sonó a espaldas de la morena, que se giró para recibirle con una sonrisa de agradecimiento – No es una alumna, hija – le explicó su padre – Es la nueva profesora.

Fue entonces cuando los ojos de Terra se abrieron de par en par.

- Espera... - susurró - ¿Es Morgana? ¿Morgana, Morgana? ¿La Morgana de la que nos has hablado?

La morena le lanzó a Harvey una mirada de cero entendimiento, y este respondió con una de disculpa. Antes de que alguno de ellos pudiera interrumpir a la acelerada adolescente, Silva apareció.

- ¡Qué bien que estás aquí! – exclamó Harvey, llamando su atención – Acompaña a Morgana a su habitación, por favor.

- No es necesario que... - no le dio tiempo a negarse, pues en menos de cinco segundos se encontraban a solas – Maravilloso.

Sin decir nada, Silva se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección contraria al lugar por el que Harvey había desaparecido con su hija. Morgana dejó escapar un profundo suspiro antes de seguirle. Mientras caminaba tras él, su estómago rugió con hambre, y fue entonces consciente de que llevaba prácticamente todo el día sin comer.

El silencio entre ambos se fue volviendo cada vez más incómodo, pero ninguno de ellos parecía tener la intención de romperlo. Silva terminó por detenerse frente a una puerta de color caoba situada al fondo de uno de los múltiples pasillos.

- Es aquí – abrió la puerta para que la chica pudiera ver el interior de una amplia estancia. No le hizo falta ver mucho para saber que Farah se había encargado de que estuviera a su gusto y deseo.

- Gracias – murmuró, pasando por su lado con la intención de entrar. Se detuvo cuando lo escuchó hablar.

- Tarde o temprano vamos a tener que tener una conversación, Morgana.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora