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- Creo que te estás obsesionando.

Morgana abrió la boca para replicar, sintiéndose realmente ofendida al ver como Farah dudaba de su palabra.

- Te estoy diciendo que estoy prácticamente segura de que lo que me dice el bosque es verdad, Farah – insisitió de nuevo – Sabes que sus avisos nunca fallan.

- Mira, Morgana – la directora suspiró. No eran ni las siete de la mañana y Morgana ya se había presentado en su despacho – Quiero creerte, de verdad, pero los quemados hace años que se extinguieron. El que te atacó aquella vez hace dieciséis años fue el último de ellos.

El rostro de la morena se torció en un gesto de desagrado.

- Cuando quieras hacer algo al respecto será demasiado tarde – se limitó a decir antes de abandonar el despacho con un fuerte portazo.

- Nunca dejará de ser tan dramática... - susurró la directora.

- Te he oído – gritó en respuesta la morena, desde el otro lado de la puerta.

Bajó los escalones y se detuvo frente a la mesa del que era el secretario de Farah. Secretario o ayudante, no tenía muy claro como definirlo.

- ¿Quién eres? – le preguntó, apoyando ambas manos sobre la mesa para inclinarse hacia él.

Sintió el nerviosismo emanar de su cuerpo y entornó los ojos en un inento por adentrarse en su mente, aunque no fue capaz.

- Soy el ayudande de la directora – respondió tras unos segundos.

- No me digas, genio – se cruzó de brazos, alejándose de él - ¿Cómo te llamas?

Cuando el hombre abrió la boca para responder, Moragan se giró al sentir una presencia a sus espaldas, encontrándose frente a una adolescente de ojos almendra que la miraban con curiosidad.

- Beatrix – se presentó sin dudar, acercándose a ella con la mano extendida.

Al estrechar su mano, una energía negativa llegó hasta la punta de sus dedos, y no tardó en soltarse del agarre.

- Soy Morgana – respondió.

- Un placer – esbozó una amplia sonrisa que no le inspiró la menor confianza.

- Lo mismo digo – mintió antes de salir de ahí lo más rápido posible.

El aura que aquella adolescente emitía le recordaba demasiado a la misma que sentía cada vez que Andreas o Rosalind estaban cerca. Tal vez Farah tuviera razón y se estuviera obsesionando. No llevaba ni un día en Alfea y ya empezaba a sentir malas vibraciones por todos lados.

Se alejó del despacho de Farah y terminó encontrándose en el centro de la cafetería. Poco a poco las hadas y algunos especialistas aparecían por ahí para desayunar. Fue consciente entonces de que todavía no había probado bocado pues la noche anterior, sin pretenderlo, se había quedado dormida y se había olvidado por completo.

Miró a su alrededor en busca de un sitio en el que sentarse y antes de que pudiera dar el primer paso, una nube de ansiedad social y nerviosismo se acercó a ella. No le hizo falta girarse para saber que se trataba de Terra.

- Buenos días, Morgana – la saludó cuando la morena quedó frente a ella.

- Buenos días, Terra – saludó. Se fijó en que a su lado se encontraba una chica pelirroja de aspecto nervioso. Pronto la reconoció como Bloom– Buenos días... - se dirigió a esta última, dejando que fuera ella misma quien se presentase.

- Bloom – dijo, esbozando una tímida sonrisa.

- Bloom – repitió la morena – Un placer – se dedicó a observarla con más detalle al saber que se trataba de la chica que poseía la llama del Dragón. Si se fijaba bien podía reconocer que por cada poro de su piel el poder del fuego salía de manera ininterrumpida.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora