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El dolor de cabeza que la invadió al intentar abrir los ojos la obligó a cerrarlos de nuevo. Soltó un quejido mientras trataba de recordar que era lo que había pasado.

- No te muevas.

Al escuchar aquella orden abrió los ojos para encontrarse con la mirada seria de Saúl. Pudo ver en sus ojos el reflejo de la decepción, y no pudo evitar una mueca.

Quiso hablar, pero no fue capaz. La cabeza le dolía una barbaridad y sentía que todo lo que la rodeaba era un remolino de manchas sin control.

- ¿Qué ha pasado? - preguntó finalmente.

- Desobedeciste mis palabras y decidiste ir a por Beatrix. Las brujas de sangre te han... - el especialista no fue capaz de continuar. Aquello fue suficiente para que la morena recordara todo.

Fue entonces cuando comprendió porque se sentía tan perdida. Miró sus manos con sorpresa, al ver que aquel cosquilleo habitual que solía acompañarla, ya no existía. Trató de ver que pasaba más allá de las paredes de Alfea, pero el bosque no respondía. Era como si lo hubiera perdido todo.

- Perdí mi magia - susurró.

A pesar de que no se trataba de una pregunta, Silva asintió. Pudo ver en el rostro de su compañera reflejada la tristeza y el dolor.

- Te dije que no deberías...

- No digas nada - le interrumpió - Vete, por favor.

- Morgana...

- Lo último que necesito en estos momentos es sentirme culpable. Y es lo que estás consiguiendo. Vete, Silva.

- No me voy a ir - se sentó a su lado, en el borde de la cama - Lo siento tanto como tú. Pero sabes que esto podría haberse evitado. Te dije que te quedaras, que buscaríamos otro modo y...

- Lárgate - siseó, una vez más, pero esta vez con más fuerza, más molestia. Lo único que quería en aquel momento era llorar, desahogarse. No necesitaba a alguien que no parara de decirle lo que había hecho mal - No me hagas volver a repetirlo.

El especialista la observó durante largos segundos antes de asentir.

- Volveré en otro momento - murmuró antes de abandonar la habitación, dejándola sola.

Tan pronto escuchó la puerta cerrarse, rompió a llorar. Nunca se había sentido tan vacía como en aquel momento. Sentía un enorme hueco en su pecho, como si hubiera perdido una parte muy importante. Como si hubiera perdido el corazón.

Sus sollozos se fueron haciendo cada vez más intensos, y no fue consciente de que alguien se adentraba en la habitación. Fue cuando sintió un peso en la cama, que alzó la cabeza para encontrarse con una mirada familiar.

- ¿Beatrix? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo estás? - sus preguntas no recibieron respuesta y, en su lugar, Beatrix se lanzó a abrazarla con fuerza - Oh, vaya.

- Gracias por venir a por mi, de verdad. No sé que me habría pasado y...

- Mejor no pensemos en ello. Y creo que tampoco he conseguido mucho. Tan sólo mirame... - abrió los brazos antes de señalarse a sí misma.

- Yo estoy igual - reconoció el hada - Pero por lo menos estoy viva. Gracias a ti.

- ¿Quién nos...?

- Los especialistas, Stella y las demás.

- ¿Están todos...?

- Musa no. Ni Andreas.

- ¿Que...?

- Musa perdió sus poderes. Y Andreas... - su voz se entrecortó - Murió.

- Lo siento mucho - murmuró, sabiendo que no había mucho más que pudiera hacer.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora