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Estaba perdiendo las fuerzas, y lo sabía.  La intensidad con la que los Quemados insistían en adentrarse en Alfea era cada vez mayor, y Morgana estaba llegando a su límite. Dejó caer las manos cuando los ataques de redujeron ligeramente.

Por el rabillo del ojo vio como Farah se acercaba por el pasillo con una alterada Bloom a su lado y no dudó en ir a su encuentro.

- ¡Ella no es mala! - decía la pelirroja en ese momento. El ceño de Morgana se frunció ante esas palabras, clavando una brillante mirada en el hada, que no parecía ser consciente de su presencia.

- ¿Y por qué no está aquí para ayudarnos? - contraatacó la directora a punto de perder los nervios - Si es tan buena como dices, ¿por qué se esconde?

Bloom abrió y cerró la boca varias veces, como si no encontrars las palabras con las que defenderse. Fue entonces cuando la morena comprendió de quien estaban hablando. Rosalind.

Rosalind. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar que campaba libre a sus anchas, suponiendo un peligro más grande del que Bloom se podía imaginar.

- Rosalind no es buena, Bloom - habló entonces, captando la atención de la pelirroja, que abrió los ojos con sorpresa - No es quien dice ser. No es quien creer. Sólo es quien quieres que sea - añadió con una mueca.

- No la conoces - el hada parecía empeñada en ser una firme defensora de la mujer que una vez casi acaban con su vida, y eso no hacía más que poner a la morena los nervios de punta - He hablado con ella, me ha contado la verdad y...

- ¿Qué verdad? - fue interrumpida por Morgana - Rosalind sólo cuenta verdades a medias. Las verdades que le convienen. Las verdades que no afectan a sus planes. ¿Te he contando alguna vez cuando casi muero a causa de un Quemado? - hizo una pequeña pausa para que a Bloom le diera tiempo a negar levemente - Pues eso pasó, Bloom. Un Quemado me atacó hasta el punto de dejarme casi destrozada. ¿Sabes quién podía haber evitado ese ataque? Rosalind - el cuerpo de la pelirroja tembló ligeramente - Rosalind estaba de pie a unos metros de mí viendo como la vida se me escapa entre los dedos. ¿Crees que hizo algo para evitarlo? ¿Crees que acaso se le pasó por la cabeza la posibilidad de acabar con ese horror? No, Bloom. Quiso verme morir. Y para su suerte o desgracia, aquí sigo. Rosalind no es buena - repitió con seriedad, apretando con fuerza las manos, que empezaban a temblar - No defiendes lo indefendible, querida.

- Y-Yo... No lo sabía - balbuceó con dificultad - Creía que...

- No sabes nada, Bloom. Y no te culpo. ¿Cómo vas a saber algo si nadie te dice la verdad? - sonrió con desgana al tiempo que negaba con lentitud - Cuando todo esto acabe te contaré tu historia. Te lo prometo. Pero debes creerme. Debes confiar en mi. Porque sin confianza, lo único que nos espera es la muerte.

Bloom la observó durante unos segundos que se le hicieron eternos antes de asentir. Confiaría en Morgana, ya que al parecer era la única dispuesta a ser completamente sincera con ella. Antes de que alguna de las dos pudiera decir algo más, un fuerte estruendo les hizo saber que los Quemados habían logrado entrar en el interior de la escuela.

Morgana se giró sobresaltada para observar como, efectivamente, los cristales de las puertas se habían roto en mil pedazos. Sin pensárselo dos veces corrió en dirección a los monstruos, y no dudó en situarse frente a uno de ellos cuando este estaba a punto de atacar una de las especialistas. El Quemado chocó brutalmente contra el escudo que había surgido de sus manos, pero no tardó en recomponerse.

- Gracias - oyó que murmuraba la especialista tras recomponerse del susto.

Abrió la boca para responder justo cuando la zarpa de uno de ellos estuvo a punto de rozarle. La habría dañado de no ser porque una espada se interpuso en su camino.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora