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- Tienes que concentrarte - repitió la morena, clavando la vista en Musa, que parecía estar a punto de perder la paciencia.

- Eso intento, pero no soy capaz - frotó sus ojos con frustración mientras recibía una mirada de apoyo por parte de Terra, su compañera de mesa.

Morgana miró a su alrededor y al comprobar que todas las hadas parecían estar más o menos centradas en sus ejercicios, sonrió.

- Vamos - agarró la mano de Musa para tirar de ella fuera de la clase.

El hada la miró con extrañeza, pero no dudó en dejarse guiar. Caminaron por los pasillos de Alfea con sumo sigilo. La morena no quería que Farah se enterase de que había dejado a sus alumnas solas.

- ¿A dónde vamos? - terminó preguntando el hada de la mente cuando ya llevaban un buen rato caminando.

- Fuera - respondió.

Salieron del edificio y Morgana caminó con decisión en una dirección concreta. Pasaron por delante de los especialistas, que en aquel momento estaban entrenando, y alguno de ellos no pudo evitar girarse para observar como aquella nueva profesora se llevaba a una de las alumnas directa al bosque.

Al ver a alguno de sus especialistas distraídos, Silva se giró para saber qué era aquello que captaba su atención, y abrió los ojos con sorpresa al encontrarse con la mirada azulada de Morgana.

La chica sonrió levemente antes de enlazar su brazo con el de Musa, volviéndolas invisibles ante la estupefacta mirada de los que tenían en frente. Por el rabillo del ojo vio como Saul negaba con la cabeza, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios, aunque se obligó a si misma a centrarse.

- ¿Cómo has hecho eso? - exclamó Musa, que hasta el momento había creído que Morgana no era más que un hada de la mente muy poderosa.

- ¿Como he hecho que? - frunció el ceño, deteniéndose al considerar que estaban lo suficientemente alejadas de los demás.

- Lo de volvernos invisibles.

- Haciéndolo - la morena recuperó su apariencia normal, e hizo lo propio con Musa - No soy un hada de la mente - explicó al notar la confusión de la chica - Ni de la luz, ni de la tierra. O al menos no en exclusiva - añadió con una sonrisa - Desde que tengo uso de razón todos los elementos forman parte de mi. No sé explicártelo mejor - se encogió de hombros - Siempre he sido así.

Mientras hablaba se había sentado en el suelo, e invitó a Musa a hacer lo mismo. La chica ocupó un sitio frente a ella.

- Puedo absorber las energías negativas de las personas para convertirlas en algo positivo - explicó - Por eso el ambiente de Alfea se relaja cuando llego. Suelo canalizar lo malo para que todo sea un poco mejor - sacudió la cabeza mientras hundía las manos en la tierra - Igual que tú, puedo percibir las emociones de los demás. Por eso elaboré esa barrera mental de la que te he hablado. Es eso lo que me permite descansar de las emociones ajenas. A veces resulta agotador saber como se siente todo el mundo. Por eso quiero que tú aprendas a construirla - la miró - Porque sentirás un gran alivio. Y por eso estamos aquí - dio una palmada al aire, lanzando tierra hacia los lados.

- Pero si no era capaz en clase, aquí tampoco lo voy a ser - replicó - No hay nadie a quien sentir.

- Yo voy a hacer que sientas, querida - una sonrisa maliciosa ocupaba su rostro - Otra de mis cualidades es que puedo hacer sentir a los demás lo que yo desee. Y eso será lo que hagamos. Yo te enviaré señales, y tu tratarás de bloquearlas, ¿de acuerdo?

Musa no parecía muy convencida, pero terminó asintiendo. Al fin y al cabo, Morgana parecía ser la única con la capacidad suficiente para poder ayudarla. Y lo cierta era que un descanso de las emociones de Terra no le vendrían nada mal.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora