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Morgana se despertó aquella mañana entre los brazos de Silva, con la extraña sensación de que algo no iba bien. Le gustaba pensar que, a pesar de haber perdido sus poderes, todavía le quedaba un resquicio de intuición. Intentó  salir de la cama sin despertar al especialista, pero no lo consiguió. Tan pronto intentó incorporarse, el brazo del hombre se envolvió en su cintura con más fuerza, reteniéndola sin remedio. 

Se dejó caer de nuevo sobre él, apoyando la cabeza en la almohada, y acomodando su cuerpo al suyo, para que encajaran. Silva descendió la cabeza para apoyar la barbilla en el hueco de su cuello, haciéndole unas ligeras cosquillas que provocaron que una pequeña risa escapara de sus labios.

- ¿A dónde te creías que ibas? - susurró con una voz ronca propia de una persona que se acaba de despertar - Esta feo irse sin despedirse. 

- Me siento inquieta - reconoció tras unos segundos en los que se dedico a disfrutar de los besos que el especialista empezaba a dar sobre su cuello - Silva... 

- Déjame quitarte esa inquietud. 

- No es el momento - le cortó, sonriendo ligeramente al ver el rostro entristecido del especialista - Estoy nerviosa - aprovechó que Silva había aflojado el agarre sobre ella para poder bajar de la cama. Buscó su ropa por el suelo pero, al no encontrarla, terminó cubriendo su desnudez con la camiseta que el hombre había tirado al suelo la noche anterior - Y sin mis poderes... Siento que no soy de ayuda. No soy ni la mitad de lo que era antes. 

Silva la observó moverse por la habitación en completo silencio. Sabía que no había nada que pudiera hacer o decir para calmar aquella inquietud que se había apoderado de ella. No había nada que pudiera hacer para devolverle sus poderes. 

- Tengo que ir a ver a Rosalind. 

Saul se tensó ante aquellas palabras. Si Morgana tenía pensado ir a hablar con ella estaba claro que no planeaba nada bueno. 

- Mor... 

- Lo sé, no hace falta que me digas que es una mala idea - se sentó en el borde de la cama con un suspiro - Pero siento que es lo único que puedo hacer ahora mismo. Tarde o temprano tendré que hablar con ella. En el fondo sé que es la única que... - dejó la frase en el aire, pero Saul entendió. 

- No va a querer que recuperes tus poderes, Morgana. Lo evitará por todos los medios. 

- Lo sé, sería de idiotas creer lo contrario. Pero quiero intentarlo. 

Silva se estiró para poder agarrarla de la cintura y tirar de ella de nuevo hacia la cama. El hada no se opuso, y terminó recostada sobre el cuerpo desnudo del especialista. 

- En estos momentos me gustaría ser como Musa. Poder disfrutar del mundo en silencio, sin añorar los mil y un estímulos que me llegaban a través de la magia. Pero yo no soy así. El silencio me resulta insoportable. 

- Aprenderemos a escuchar el mundo de otra forma que no sea a través de la magia. 

- ¿Aprenderemos? - levantó la cabeza para encontrarse con la mirada entristecida del especialista, y tuvo ganas de llorar. Aquellas simples palabras por parte de Saul le demostraban que no había ni un resquicio de duda en él: se quedaría con ella hasta el final. 

- No te dejaré sola en esto. En nada - añadió en un susurro justo antes de besar sus labios - Nunca. 










Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora