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- ¿Por qué no lo hemos matado? – Silva, cruzado de brazos, alternaba su mirada de Morgana a Farah, aunque fue la última de ellas la que se giró para responderle, mientras que la morena permaneció con la vista clavada en un punto en el horizonte, como si realmente no estuviera ahí.

- Tengo que leerle la mente. Saber qué es lo que ha pasado, de dónde ha salido.

- Farah... - el director de los especialistas no estaba de acuerdo, pero sabía que no iba a poder hacerla cambiar de opinión. A ninguna de las dos.

- Necesitamos saber si se trata de un caso aislado o hay algo más – dijo entonces Morgana, mirándolo.

- ¿Algo más? – el especialista frunció el ceño.

La morena asintió.

- Bloom es un hada intercambiada – dijo entonces, sacándole a Farah las palabras de la boca – Y algo me dice que la presencia de ese Quemado tiene que ver con ella – añadió, más para ella que para los demás. Pero no termino de entender cual es la relación.

- Rosalind nos ocultó muchas cosas – suspiró Farah, caminando hasta el escritorio, donde se apoyó, llevándose una mano a la sien.

- Rosalind nos ocultó todo – le corrigió Morgana con frialdad. Iba a decir algo más, cuando sintió un fuerte pinchazo atravesarle la cabeza. Dio un par de pasos hacia atrás, pero se recompuso con rapidez. Lo que no evitó que Silva se acercara a ella con preocupación – Estoy bien – se apresuró a decir – Simplemente estoy cansada – miró a Farah – Creo que será mejor que lo dejemos para mañana. Ahora no hay nada que podamos hacer, y yo necesito recuperar fuerzas.

Se despidió con una leve inclinación de cabeza antes de salir del despacho de la directora con la intención de volver a su habitación y perderse entre las sábanas. Su cuerpo, acostumbrado a no realizar ningún tipo de magia durante tantos años, se resentía ahora que había sacado a relucir gran parte de su poder. Podía sentir como las piernas y los brazos le temblaban ligeramente.

No llevaba ni veinte metros andados cuando sintió unos pasos a sus espaldas. Supo que se trataba de Saul sin necesidad de girarse.

- Saul, no necesito guardaespaldas, y algo me dice que tu habitación está en la otra punta – se paró de golpe y se giró para encararlo. El hombre, que le pisaba los talones, casi chocó con ella.

- Quiero asegurarme de que estés bien – se limitó a decir, parándose a pocos centímetros de ella.

- Estoy bien, ¿ves? – dio una vuelta sobre si misma – Ahora vete – sin esperar a que dijera algo se puso en marcha, con la seguridad de que Silva la seguiría de nuevo.

Y, efectivamente, así fue. Para cuando llegó a la puerta de su habitación, Saul la adelantó y de apoyó en el marco, impidiéndole el paso.

- ¿Desde cuando te has convertido en una persona tan insistente? – gruñó, tratando de apartarlo sin mucho éxito.

- Desde que quiero que hables conmigo – respondió, cruzándose de brazos, haciéndole saber que no tenía intención de irse.

- Ya te dije que ya hablaremos – rodó los ojos y lo sujetó del brazo para tirar de él, aunque no se movió ni un ápice.

- ¿Cuándo?

- En otro momento.

- ¿Cuándo es otro momento?

- Saul, basta, por favor – trató de hablar lo más seria posible – Ahora mismo estoy cansada. Hablaremos en otro momento – repitió.

- Te conozco – se acercó un paso a ella, obligándola a alzar la cabeza para poder seguir mirándolo a los ojos – Y sé que "otro momento" para ti es nunca. Quiero hablar ahora.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora