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"So take me to the paradise,

 In your eyes

Green like American money"

- American money de BøRNS

Me levanté de un susto al escuchar mi alarma. Me sentí desorientada por la oscuridad de la habitación y me tomó un momento entender donde demonios me encontraba. La cama era tan amplia y calientita que hice pereza unos minutos, antes de recordar el día anterior. ¡El día anterior! ¡Joder!

Me levanté de un tiro y sentí como el mundo se me vino abajo. El mareo me dejó desorientada por un momento, mientras recordaba que estaba en la casa de los Anderson. O sea de Nathaniel. Sentí un pinchazo en la parte trasera de la cabeza e hice una mueca. ¿Debería bajar? ¿Estarían todos allí? ¿Estaría él ahí?

Hice caso omiso a mi nerviosismo y ansiedad, y decidí bañarme. Seguía con la ropa de Nathaniel y su olor no me dejaba en paz. Me tomé una ducha de lo más rápido, abrí las cortinas para que la luz del día me golpeara justo en la cara. La vista era increíble; justo delante de mi estaban unos árboles altos que no tapaban la luz, sino que ayudaban a que entrara de una manera cegadora a la habitación. Me centré un segundo en el sonido de los pájaros y me sentí en una jodida película de Disney.

Solté un suspiro antes de bajar. No tuve otra opción que ponerme la misma ropa con la que dormí; la de Nathaniel. Todo me quedaba grande: la manga del buzo colgaba y la parte de abajo lograba tapar más de la mitad de mi trasero, mientras que el short me quedó amplio de cintura pero la longitud estaba perfecta; ni muy largo ni muy corto.

—Buenos días — comenté al bajar a la cocina.

Allí estaba Rose preparando la mesa del comedor para el desayuno. Me sonrió de una forma muy amable y yo le devolví la sonrisa. Me volteé a mirar a la cocina de nuevo y allí estaba Josh cocinando huevos, bacon y había una canasta de panes de muchas variedades. Todo olía sensasional.

En la isla a la mitad de la cocina habían unas sillas altas grises, y allí estaba mi hermana junto con Jack.

—¿Dormiste bien? — me preguntó Rose.

La verdad era que me había costado conciliar el sueño, pero, cuando logré dormir, quedé tumbada como una roca.

—Sí... —. Me senté en una silla junto a mi hermana —. Todo muy cómodo; de verdad muchas gracias.

Rose hizo un ademán con las manos para quitarle importancia. Se veía encantadora en la mañana con una bata de seda y su cabello de recién levantada. Rose se veía como esas madres adultas que se han conservado con la edad, y que comen años. Me volteé a mirar a mi hermana y vi que tenía el uniforme del colegio, ¿cómo rayos lo había conseguido?

—Mamá vino temprano a traernos unas cosas, entre ellas el uniforme — me contestó.

Se volteó a seguir quejándose con Jack sobre que la profesora de literatura les había programado un examen el primer día.

—Sobre eso — me comentó Rose. Se alejó de la mesa después de dejarla muy organizada, agarró una ropa doblada y planchada, y me la tendió —. Tú madre te la trajo y me comentó que te quedaba suelta. ¿Te molestaría que la arreglara?

Negué con la cabeza, agradecida de que por fin iba a caminar con ropa a mi medida. Josh se alejó del sartén y me tendió un jugo de naranja. Tenía hambre, así que me tomé la mitad de un tiro.

—Sube, cámbiate y te arreglaré el uniforme — me dijo Rose.

Asentí y me fui a cambiar. Estaba muy limpia la ropa y olía a detergente de coco. Me miré al espejo y me vi allí. Sí que se me soltaba la camisa por los lados y la falda estaba más caída de un lado que del otro. Suspiré y bajé.

¿Fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora