5

808 68 35
                                    

Me atormenta

"Don't trust in myself, (mm) no good for my health (mm)

You mess with my heart, now you're the reason why..."

I Warned Myself de Charlie Puth

Corría y corría, pero no encontraba ninguna puerta o ventana para salir de allí. Mi corazón amenazaba con salir de mi pecho a medida que daba un paso más. Solté un grito cuando me tropecé con unos cables que estaban en el piso.

- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mier...! - empecé a decir.

Antes de continuar maldiciendo – como hacía siempre -, una mano tapó mi boca y me detuvo. Mi primer instinto fue golpear a la persona detrás de mi con mi codo, pero algo me decía que no era lo correcto. Mi respiración era acelerada y descontrolada, mi pecho subía y bajaba frenéticamente mientras sentía un cuerpo detrás de mi, sosteniéndome. La poca luz del lugar no corroboraba con los nervios que tenía y las ansias de salir de allí.

-No seas tan ruidosa por una vez – me susurró una voz que conocía tan bien.

Era Blaise, el rubio platino australiano. Parecía dominarme tan bien que, cuando traté de quitarme, él mantuvo la fuerza de su agarré. Respiré pesadamente mirando al frente, mientras tanto, mi corazón palpitaba cada vez más rápido. Solo veía oscuridad y parecía que los únicos en ese gran lugar éramos nosotros. No quería mirarlo porque me daba miedo que en realidad no fuera él. Pero me soltó. Me quedé estática en mi puesto un momento esperando voltearme y ver sus ojos oceánicos y casi transparentes.

Cuando iba a darme la vuelta, escuchamos un fuerte ruido. Me sobresalté y percibí que ese ruido constante venía hacia nosotros. Miré a Blaise con miedo y él me devolvió una mirada que no expresaba absolutamente nada. Bueno, ¿qué era de esperarse? Blaise era más seco que el desierto de Sahara.

Una corriente de aire azotó todo mi cuerpo y, de repente, sentí frío. No podía comprender lo que estaba ocurriendo, ni sabía que era lo más pertinente que podía hacer para salvar mi vida. A pesar de no entender que estaba pasando, tenía ese sentimiento de angustia que me decía que debía salir de allí. La adrenalina abundaba en mi cuerpo que, por un momento, creí que podía luchar con lo que sea que se aproximara.

Tragué saliva y me volteé cuando escuché una voz llamándome.

-Rebecka, Rebecka, Oh, Rebecka...

Tragué saliva cuando vi a Nathaniel parado a varios metros de mi. Me miraba con una sonrisa malvada y amplia. Sus ojos parecían brillar de malicia frente a luz de la noche que penetraba las ventanas de la bodega. Estaba ahí parado, justo donde meses atrás habían tirado una bomba de humo que nos adormeció a todos. Mi corazón empezó a palpitar en mis cienes cuando vi al fondo de Nate la maquina que sonaba. Era ruidosa y polvorienta; tal y como la recordaba.

Su presencia me atormentó porque no lucía como el Nate que yo conocía; parecía tan salido de sí, como si otro ser estuviera en su cuerpo. Tenía que apartar la mirada, joder, pero no podía; me tenía hipnotizada. Su ropa negra contrastaba a la perfección con su tez blanca, su cabello castaño claro y sus ojos verdes.

Sentí un malestar en el estómago cuando él empezó a caminar hacia mi desde la distancia. Traté de voltearme tratando de encontrar a Blaise detrás de mi, pero no estaba. En realidad, no había nada en lo absoluto. Mi nerviosismo aumentó y se me empezó a cerrar la garganta.

-Ya no hay quien te salve esta vez, Rebecka – espetó Nate detrás de mi.

No me quería voltear. Lágrimas saladas salían de mis ojos sin permiso, mientras los zapatos de Nate resonaban con el piso. La oscuridad me abundo una vez más cuando abrí los ojos de nuevo. No había nada. Yo estaba ahí, sola.

¿Fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora