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La noche de Rebecka Rosewood

"'Cause I'm heartless 

And I'm back to my ways 'cause I'm heartless 

All this money and this fame got me heartless 

Low life for life 'cause I'm heartless"

-Heartless de The Weeknd

- ¿Estás segura de esto, Becka? – comentó mi hermana con un tono de preocupación evidente. La miré con irritación a través del espejo de mi habitación –. Sabes que puedes quedarte aquí, si quieres...

- ¿Puedes preguntarle a Hayley si está lista? – la corté dándole a entender que no iba a hablar de eso. Odié el momento en que recibí esa llamada porque, a partir de ahí, mi mundo se volvió a ir de cabeza. Levanté el mentón y me retoqué el rubor mientras Bella me miraba con pena - ¿Puedes, por fa? – insistí cortando el contacto visual.

Mi hermana suspiró sabiendo que no tenía remedio y que yo no estaba de humor como para replicarle cualquier comentario que hiciera respecto a lo que había pasado dos horas atrás.

-Estás... estás hermosa, Becka – dijo justo antes de cerrar la puerta de mi habitación e ir a buscar a Hayley.

Me miré en mi espejo una vez más pensando que tal vez Bella tenía razón. El vestido completamente negro que llevaba puesto me quedaba bastante bien debido a los nuevos cambios que tenía mi cuerpo. Mi cintura se veía más pequeña y mi vientre más plano, por lo que la tela del vestido se deslizaba con delicadeza entre mis curvas. Mi escote no era tan pronunciado, así que aún dejaba mis cositas a la imaginación de los demás. Igual era corto y, como la gente de esta generación diría, sexy. No me importaba la verdad, solo quería hacer lo que había planeado hacer desde que recibí la llamada. Seguro iba a ser un desastre, pero iba a ser mi desastre; lideraría con él luego yo sola. Hoy sería mi noche, joder que sí.

Era la noche de Rebecka Rosewood.

Mi maquillaje iba perfectamente aplicado sobre mi cara como una segunda piel, y el highlighter encima de mis pómulos y en la punta de mi nariz brillaba desde cada ángulo. Eso lo había comprobado. Mi cabello que estaba más rubio que castaño, debido a que me lo había aclarado estando en Chicago, estaba implacable con unos crespos disueltos en las puntas.

Agarré mi bolso, mi celular que sonaba de nuevo, mis llaves del auto y la poca cordura que me quedaba y bajé las escaleras. Allí estaba Hayley y Bella hablando y, cuando llegué abajo, me miraron al mismo tiempo que ahí supe que yo era su tema de conversación. No dijeron nada por un momento, lo cual pasé desapercibido cuando fui directo a la cocina y me tomé un vaso de agua de un tiro.

-Vamos – dije después, y me acerqué para agarrar las llaves de mi casa que se encontraban en la entrada.

En el momento en el que salí, sentí un frío en todo mi cuerpo. No estaba segura si eran los nervios o los característicos vientos de California. No me importó nada en lo absoluto. Por poco me volteaba a mirar la casa de al lado, pero me resistí sintiendo un nudo en mi garganta. Él había vuelto antes de lo planeado. Se suponía que tenía aún más horas para prepararme, pero Thomas me había llamado para avisarme que el idiota había adelantado su vuelo. No pregunté a que horas se suponía que llegaría esa noche, sino que convencí a Hayley para que fuéramos al centro comercial para comprar unos vestidos para la fiesta de esa noche. El vestido que llevaba era muy corto para el precio que había pagado por él. Pero no importaba; mi atuendo era lo último de lo que me preocuparía esa noche.

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