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Maratón "It's Christmas Read, Pretty Baby"

El sol en mi cara ya picaba, mientras cojeaba hasta encontrar una silla cómoda y poder descansar. El dolor en mi tobillo estaba presente, pero debía seguir caminando y salir de allí. Muchas personas dirían que yo tenía tendencia a huir de mis problemas... bueno, no es que yo quisiera admitirlo, pero tal vez sí. La arena en mis pies me hacía cosquillas y el sol ya empezaba a broncear – quemar – mis hombros. Menos mal mi cabello cubría mi espalda casi desnuda porque, o sino, ya estaría totalmente roja.

-Tenemos que hablar – espetó Arlet a mi espalda.

Ah, olvidé añadir ese desafortunado detalle: los hermanos Rowling me habían estado siguiendo los pies desde que me levanté de la arena y decidí huir. Como había dicho antes, no quería tener nada que ver con el concejo, ni con la situación que me había estado artormentando los meses pasados. Tenía la esperanza de que no tendría que ver a Arlet y a Blaise hasta la escuela, donde podría evitarlos con más facilidad. Hayley y Thomas, mis queridos amigos, decidieron dejarnos para que "habláramos", porque, según ellos, parecía importante.

Me acerqué a una silla que tenía una sombrilla que tapaba el sol.

-Tienes que escuchar – volvió a decir Arlet.

Negué con la cabeza cuando me senté en la silla. Hice una mueca cuando mi tobillo dolió.

-No hay nada de que hablar – dije -. Estoy fuera, cien por ciento. No quiero tener nada que ver con lo que ocurrió en la fábrica hace unos meses.

Arlet me miraba tan expectante, que tuve que apartar la mirada. Blaise, por otro lado, miraba con fastidio a cualquier ser que se cruzara en su camino. Lucía incómodo cuando se cruzó de brazos y tapó su desnudo y marcado abdomen. La luz del sol les daba justo en la cara y, debía admitirlo, ambos se veían jodidamente bien. Supuse que ambos debían hacer mucho ejercicio ya que hacían parte de una entidad tan grande como el FBI.

-¿Por qué no quieres hacer parte? – me preguntó Arlet.

-Porque... porque no – dije -. Aparte ni me necesitan, ¡son el FBI!

Ambos abrieron los ojos y miraron a su alrededor. Blaise me fulminó con la mirada cuando un niño se quedó mirándolos como si fueran cosa de otra planeta. Bueno, eran de Australia, lo bastante lejos de América. Los miré con reproche por unos segundo mientras me crucé de brazos. Era verdad, ellos no me necesitaban para nada; yo solo era un estorbo. ¡Por Dios, si hasta había salido con el enemigo! Cosa que me arrepiento cada día. Joder, ese hombre se podía meter un mi cabeza sin ser siquiera llamado.

Empecé a morderme las uñas un poco ansiosa. De repente había mucha gente en esa playa y, de alguna forma, sentía que todos me miraban. Cada niño, padre y madre me miraban de una forma extraña, como si pudieran leerme completamente. Me sentí observada e incómoda. Adelante mío se encontraban los Rowling, quienes hablaban de quien sabe que. Me miraban, me señalaban y seguían hablando.

-Mira, Becka – volvió a hablar Arlet con ese tono tan seco -. Eres parte esencial de esta investigación. Tú vives con tu hermano y tu padre; ambos están involucrados en este rollo y tú eres la única que puede estar allí para saber si continúan en contacto con el encargado de la mafia. Además, si algo llega a ocurrir, tú puedes hacer algo al respecto.

-¿Algo cómo qué? – cuestioné a la defensiva.

-Pelear – me respondió Blaise.

Sus ojos azul transparentes me miraron fijamente hablando en serio. Y no pude evitarlo: solté una carcajada. Me reí con ganas. ¿Pelear? ¿Era en serio? Bien, si me había empezado a entrenar y todo eso, pero aún no estaba cien por ciento en capacidad de pelear. Claro que me encantaría; ya odiaba ser la damisela en peligro, la que no podía defenderse por si sola. Esa había sido la principal razón por la que había comenzado a entrenar. Ya nadie me iba a joder de nuevo, ni Isaek, ni Dalia ni mucho menos Nathaniel.

¿Fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora