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Parte I

La noche del reflejo de un ángel endemoniado

"Baby, I'd be lying if I didn't say I wish you stay

Tried my best to forget you

But I still miss you"

Stay de Why Don't We

Quería irme a escondidas, de verdad que sí. Pero no, el universo simplemente decidió reírse en mi cara de "Atrapadaaaa".

Podría simplemente ignorarlo... o gritarle todas sus verdades. Iba a hacer lo primero porque no se merecía mi atención, además, a mi pequeño orgullo no le agradaba la segunda idea. Puse mi fachada de chica dura y seguí adelante. No le contesté ni lo miré, pero estoy segura de que él pudo notar como cada músculo de mi ser se tensó cuando las palabras salieron de su boca. Todo lo que él decía tenía un efecto en mí y me removía el estómago. Cada vez que lo veía o lo escuchaba, me entraban ganas de vomitar por lo brusco que mi estómago y los jodidos elefantes actuaban. Lo curioso era que así me sentía cuando me estaba enamorando de él; verlo me daban ganas de tirarme encima de él, y cuando hablaba quería sacar mi celular, grabar un audio y escucharlo por siempre. Y eso no me gustaba en absoluto.

El camino hacia las escaleras se me hizo eterno, y más cuando sentía la mirada de él en mi espalda.

¿Si no le importaba, por qué escuché sus pasos acercarse?

Tuvo el descaro de seguirme mientras bajaba a la cocina. La casa era gigante pero no siempre me tomaba tanto tiempo caminarla. Podía sentirlo detrás de mí, tan cerca que me quemaba la nuca. Empecé a bajar las escaleras y no quería tropezarme, pero sentía como mi respiración se hacía irregular y mi corazón palpitaba en mi garganta. ¿Acaso tendría hambre? ¿Quería seguirme y ver cómo me desmoronaba? Por la crueldad que había mostrado antes, esa sería una gran hipótesis.

El nudo en mi garganta se hizo más fuerte. Estábamos prácticamente solos en aquella casa. Jack y mi hermana estaban afuera cenando, y Thomas en su habitación viendo una película. La luz de la noche se hizo presente entre las ventanas y, aunque no era tan tarde, ya había oscurecido notoriamente. La luna se pudo ver desde la ventana principal de la cocina y no quise prender la luz. Tuve miedo de que si él me veía fijamente por unos segundos, podría ver el dolor en mis ojos.

Iba a comer cereal porque mi cerebro estaba en corto circuito como para pensar en otra cosa que no fuera Nathaniel Anderson a un metro de distancia. Controlé mis manos para que no temblaran mientras abría la puerta de la nevera y buscaba la leche.

Me volteé y lo vi recostado contra la isla de la cocina. Estaba con sus pies cruzados al igual que sus brazos. Sus ojos estaban fijos en mí, mirándome indiferente y perdido. Quise que me mirara perdido por mí y no indiferente a mí, como lo hacía antes. Sus ojos se veían más oscuros de lo normal, con una tonalidad verde seco. En su color había una mezcla de discreción y adoración, junto con la ironía de lo que de verdad decían. Su cabello estaba perezosamente desarreglado, haciéndolo parecer recién despertado. Pero yo sabía que no era así, sino que cuando llegaba de práctica, se bañaba y le daba pereza peinarse el pelo. Uno no sabe cuánto sabe de la persona que alguna vez amó hasta que ya no está con ella. Y yo no iba a saber más de él, nunca más. Sus labios rojos naturales estaban relajados y perfectos; justo como los recordaba. Siempre pensé que hacían una combinación perfecta con sus ojos y su tono de piel, puesto que enfatizaban sus facciones y lo hacían ver sereno. Pero no lo era, ja. Era del tipo de personas que tienen una sonrisa y labios angelicales, pero, cuando hablan con los ojos, te das cuenta que te va a volar la mente y mover el piso.

¿Fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora