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Él está devuelta

"I don't hate you,

No, I couldn't if I wanted to"

Wrong Direction de Hailee Steinfeld


- ¿Están en algo privado, o...? - volvió a hablar.

Nate estaba ahí. Yo seguía impresionada y muda. Mi pulso no dejaba de acelerarse y, por un momento, creí que ellos podían escuchar. Mi mirada estaba nublada y enfocada en una persona en particular. No podía ser.

-En realidad, sí lo estamos – habló Trainer en un tono calmado.

Por más que quisiera hablar y mandar a Nate a la mierda, no podía. Había algo dentro de mi que se rompía ante cada movimiento que Nate hacía; si su sonrisa se ensanchaba más y si sus ojos se encendían ante la luz de afuera. Su voz resonaba en mi cabeza como un martillo y tuve el impulso de empezar a golpearme la frente contra una pared.

Sentí a Trainer detrás de mi con mi espalda contra su pecho. Podía sentirlo todo en ese momento porque mi sistema nervioso estaba disparado y mi piel hipersensible.

- ¿Rebecka? – Nate dijo mi nombre completo como si nunca lo hubiese dicho alguna vez. Mi nombre se deslizó en su boca de una forma suave, pero la intensión era todo lo contrario.

Cada vez que Nate decía una palabra mandaba dagas a mi corazón.

-Me voy – dije, sin más.

Me separé de Trainer y rodeé a Nate hasta estar fuera de su campo de visión. Claro que el muy descarado se volteó a seguirme con la mirada. Sentí como sus ojos recorrían toda mi espalda descubierta mientras yo salía caminando hacia quien sabe donde. ¿Para donde iba? Ese era un misterio. No conocía aquel lugar, ni la casa, ni hacia donde dirigía la playa; solo sabía que tenía que salir de ahí antes de que todo se descontrolara... o yo me descontrolara. Se me ocurrió una idea estúpida – como había sido esa noche en general – y empecé a dirigirme a la playa. Mi plan era rodear la casa por detrás para salir hacia la calle. La casa estaba tan llena de gente que no quería toparme con alguien más; sinceramente, mi mente estaba tan abrumada que no quería lidiar con cualquier tonto borracho. Ni con Hayley, ni con Thomas, ni con Daniel. ¿Sabrían ellos que el mismo Satán estaba en la fiesta?

Sentí pisada tras de mi y no me tomó un segundo en saber de quien eran. Luché contra toda mi voluntad en ignorar a Nate, el estorbo, quien me seguía. Apenas pisé la arena, la punta de mis tacones se hundió. Susurré una grosería y me agaché para quitarme los zapatos. Los cogí con una mano mientras con la otra sostenía mi teléfono, y empecé a andar.

-Rebecka... - habló de nuevo el descarado, taladrando mi nombre. Me sorprendí y me odié porque había extrañado tanto su voz. Tantas noches me había dormido llorando imaginándome que llamaría a decirme que sí me amaba y que sentía haberme herido –. Rebecka, ¿hacia dónde piensas ir?

Y es que tenía la insolencia de hablarme y hacerme preguntas. No podía evadir el hecho de que mi garganta se cerraba y mi pecho ardía mientras me daba cuenta de que él si estaba ahí y era real. Tantas veces me había imaginado verlo, pero esos momentos no eran en una fiesta y conmigo mareada hasta el tope.

¿Hacia dónde iba? Gran pregunta. No tenía ni la más mínima idea hacia donde me dirigía. La arena se colmaba por los dedos de mis pies y me hacía cosquillas, la brisa directa del océano me golpeaba la cara y movía mi cabello hacia atrás. Yo solo seguía caminando derecho, alejándome de la casa y de Nate como una enferma mental huyendo del psiquiátrico. Mi alrededor daba vueltas así que mis pisadas eran ridículas e inestables.

¿Fingir?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora