Capítulo 18

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Septiembre de 1944

La casita era vieja y un poco gastada. Estaba ubicada en un granero, como había dicho Krista. Era obvio que el lugar había sido abandonado hacía algún tiempo, no había animales en la tierra a excepción de varias gallinas, la hierba era una jungla cubierta de maleza y la pintura de la casa del granero junto a la cabaña se estaba despegando. Había un bosque cerca, un escondite perfecto, pensó Armin.

Sin embargo, el exterior era engañoso ya que el interior de la cabaña era sorprendentemente acogedor; la cocina era de buen tamaño, con mucho espacio para una mesa de madera resistente con suficiente espacio para que todos se sentaran. Un piano viejo y polvoriento estaba en la esquina de la sala de estar, que casi inmediatamente llamó la atención de Armin. Supuso que ni Ymir ni Krista podían tocar, ya que el instrumento parecía que no había sido tocado durante años. Pensó en tocarlo y deseaba poder preguntar. Había pasado tanto tiempo desde que su madre le había dado lecciones, pero estaba seguro de que podía recordar cada nota y melodía.

A pesar de que el lugar estaba claramente descuidado, la casa en ruinas resultaba extrañamente reconfortante. El lugar olía bien y había varias parcelas de plantas esparcidas por la sala de estar, así como en el alféizar de la ventana de la cocina. El trío estuvo de acuerdo en que la cabaña era cálida y acogedora de una manera extraña. Cuando Armin regresó después de dejar a Annie arriba para dormir, se reunió con todos en la cocina. La habitación pronto se llenó con el delicioso olor de la comida cuando Krista frió unos huevos y empezó a hervir patatas. El olor flotaba por toda la casa, haciendo que las bocas de Armin y Eren se hicieran agua, seguido por el sonido de sus estómagos retumbando por el hambre.

—¿Necesitas alguna ayuda? —Ofreció Mikasa cortésmente, mirando a la pequeña rubia en la cocina.

Krista rápidamente negó con la cabeza, —No, no te preocupes. Los tres también necesitan descansar. —La rubia se acercó a la mesa y colocó cinco platos en la superficie. Primero empezó a servir las patatas. —He preparado comida extra para Annie en caso de que tenga hambre cuando se despierte —añadió la rubia con una sonrisa y Armin le dio las gracias por enésima vez ese día.

—Espero que no estén pensando en aprovecharse de la naturaleza amable de Krista. —Ymir repentinamente habló, sus ojos dorados e intimidantes se entrecerraron levemente desde la parte superior de la mesa donde estaba sentada mientras observaba al trío con cautela.

—No soñaríamos con eso, estoy muy agradecido por su hospitalidad. —Armin respondió, sorprendido de que tal cosa se le pasara por la cabeza a la chica en primer lugar. Ymir parecía ser extremadamente protectora con Krista y el chico se preguntó qué tipo de circunstancias las unían.

Krista se acercó a la silla de Ymir por detrás y se inclinó, envolviendo sus brazos alrededor de la mitad superior de la chica. La pequeña chica luego depositó un ligero beso sobre el cabello oscuro de Ymir, —Sé amable con nuestros invitados —murmuró dulcemente.

—¿Ustedes dos son pareja? —Eren espetó al darse cuenta.

Ymir arqueó una ceja, —¿No es obvio? —se burló—. Cuando termine la guerra, Krista y yo nos casaremos. —Las palabras de Ymir hicieron que las mejillas de la pequeña rubia se ruborizaran. —¿No es así, Krista? —Ymir miró a la chica cuyo rostro de repente irradiaba calor.

Ella asintió tímidamente y puso una mano sobre el hombro de Ymir, —Sí, estamos muy enamoradas.

Armin notó la mirada confusa que se había extendido por el rostro de su amigo, —Pero- —Eren comenzó solo para ser interrumpido por Armin

—Creo que el amor es verdaderamente ilimitado.

Eren frunció el ceño como si estuviera absorto en sus pensamientos durante varios momentos, antes de asentir con la cabeza. La habitación se volvió muy silenciosa y Krista continuó sirviendo el resto de la comida, sentándose a la mesa junto a Ymir cuando terminó.

Wɪʀ Wᴇʀᴅᴇɴ Uɴs Wɪᴇᴅᴇʀsᴇʜᴇɴ |ᵃʳᵘᵃⁿⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora