Capítulo 2: Regreso

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Pasaron la noche en Yiling y partieron luego del desayuno. Con un viaje en barca estuvieron en Yunmeng justo a tiempo para la hora de la comida. El pueblo estaba tan animado como siempre y los aromas que salían de los restaurantes eran por demás apetitosos, pero la comida debería esperar hasta después de presentarse en Muelle de Loto.

La sensación de deja vu se había desvanecido en cuanto salieron de Yiling, pero volver a estar en ese lugar con su aspecto original reavivó el sentimiento solo un poco. Wei Ying corrió un poco adelante de sus padres al cruzar la puerta principal de Muelle de Loto, pero había pasado por alto un pequeño detalle a causa de la emoción. Estaba a medio patio cuando tres pequeños ladridos hicieron que se congelara en su lugar. Tres pequeñas bolitas de pelo corrieron hacia él a toda la velocidad que sus patitas daban y él también corrió a toda capacidad de sus cortas piernas hasta llegar con su madre y dio un salto. Ella reaccionó a tiempo para recibirlo en sus brazos.

Tras los perritos, un niño pequeño apareció corriendo y diciendo sus nombres. —¡Moli, Feifei, Xiao ai! ¡Alto!

Los perros se detuvieron a corta distancia de la mujer que cargaba a un aterrorizado niño entre sus brazos. Miró detenidamente hacia ellos, claramente desconcertado por los rostros desconocidos.

Cangse Sanren le sonrió y luego miró a su hijo, susurrándole al oído. —A-Ying, son solo unos cachorritos, no quieren hacerte daño, solo quieren que los saludes. ¿Verdad que no le harán nada, Jiang-gonzi?

El pequeño Jiang Cheng reaccionó cuando se dirigió a él con tanto respeto. Asintió con fuerza y habló decidido. —Son cachorros y todavía los estoy entrenando, pero no quieren atacar a nadie, solo quieren jugar.

Wei Ying se giró ligeramente y miró a los cachorros, pero luego dirigió la mirada hacia Jiang Cheng que tenía el ceño fruncido y parecía estar a la expectativa. Si esa era su oportunidad de enmendar los errores del pasado, entonces debía poner de su parte en ese asunto.

Lentamente fue soltando a su mamá y le pidió que lo bajara, pero se aferró a su falda un instante más. Cangse le puso una mano en la cabeza y con una sonrisa le habló suavemente. —No tienes por qué temerles, no te harán nada.

El ceño fruncido de Jiang Cheng se hizo más pronunciado y estaba atento a los movimientos de Wei Ying, pero su expresión se volvió una de sorpresa cuando miró que este extendía una mano y daba un paso hacia delante con la intención de tocar a uno de los cachorros.

—¡No, espera! —gritó poniéndose frente a él y Wei Ying se sobresaltó, pero Jiang Cheng pronto aclaró por qué su reacción—. Si te acercas así van a saltarte para lamer tu mano.

Le dio una orden a los cachorros para que no se movieran y luego Jiang Cheng le fue indicando cómo era mejor acercarse. Wei Ying lo escuchó atento, aún con un poco de temor, las instrucciones para acercarse a Xiao Ai, que según su shidi, era la más dócil. Al estar a un paso, le indicó que acercara su mano para que la olfateara y la cachorrita incluso le dio un lenguetazo antes de colocar su cabeza bajo la palma del asustado niño.

Cuando consideró que era suficiente, dio otra orden a los perros para que fueran al lugar donde dormían y estos le obedecieron. Apenas dijo esto, Wei Ying se le lanzó encima y lo abrazó fuerte sollozando un poco.

—¡Hey! No hagas eso —protestó sin muchas ganas, pero Wei Ying lo abrazó más fuerte. Podía pensar que quizá lo hacía por el susto de los perritos, pero en realidad estaba demasiado conmovido por todo lo que estaba pasando.

Mientras Jiang Cheng seguía protestando, una voz conocida llegó a sus oídos.

—Bienvenidos sean, Changze, Cangse.

不作不死 - Bu zuo bu siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora