Capítulo 6: Propuesta

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Jiang Cheng se apareció en las habitaciones de los Wei una de esas mañanas. Asomó su cabeza por la puerta y vio que estaban terminando de tomar su desayuno. (No pasó por alto que la comida que aún quedaba en el plato de Wei Changze era casi tan roja como Wei Wuxian solía comerla). En cuanto Wei Ying notó su presencia, lo saludó agitando la mano y eso llamó la atención de sus padres que de inmediato invitaron al pequeño a entrar.

—¿Wei Ying puede salir a jugar ahora? —preguntó y ellos asintieron, pero Cangse dio una última instrucción.

—Termina tu té y lávate la boca antes de salir.

—¡Sí, A-Niang!

Habiendo cumplido las instrucciones de su madre, Wei Ying salió con Jiang Cheng y comenzaron a caminar hacia donde estaban las residencias de la servidumbre. —¿A dónde vamos?

—Vamos por A-Yao.

—¿Para qué?

—Ya verás. P-pero luego no te vayas a reir.

Que le pidiera eso provocó que tuviera ganas de reirse en ese momento, pero se las aguantó. ¿Qué tendría planeado Jiang Cheng y por qué necesitaban de A-Yao?

Los dos pequeños se asomaron en la que sabían era la nueva casa de los recién llegados. Zhen Shi estaba limpiando la mesa y A-Yao la ayudaba. Wei Ying habló esta vez. —Zhen-ayí, ¿puede A-Yao salir a jugar?

—¿Quieres ir? —A-Yao asintió y ella sonrió—. Adelante, pero recuerda volver a la hora de la comida.

Una vez afuera, Wei Ying volvió a insistir. —¿A dónde vamos?

—¿Quieren ir a ver cómo entrenan los mayores? —El más entusiasmado al responder fue A-Yao—. Vengan, les mostraré.

Wei Ying conocía bien el camino, pero de todos modos se mantuvo un paso atrás de Jiang Cheng que, como imaginó, los llevó por la parte de atrás del campo de entrenamiento. En ese momento, Jiang Fengmian estaba con los mayores, haciendo sus ejercicios con la espada, mientras que Madam Yu supervisaba a los más jóvenes. A-Ying y A-Cheng ya sabían lo que era eso, pero era la primera vez que A-Yao podía verlo tan de cerca y no contuvo su expresión de sorpresa, llamando la atención de Madam Yu que los descubrió de inmediato. —Acérquense ustedes tres.

Obedecieron con cierto temor a ser reprendidos, pero no fue así. —Si vinieron a observar, háganlo detenidamente.

Zhen Yao estaba fascinado con lo que veía ante sus ojos. Los grandes grupos de discípulos se movían en sincronía con pasión y elegancia. Estaba emocionado pues sabía que algún día iba a estar en uno de esos grupos.

—¿Cuándo podremos entrenar? ¡Quiero comenzar!

—¡Yo también! —secundó Jiang Cheng, pero Wei Ying se quedó serio. No era su estilo ser pesimista, pero no sabía si podía emocionarse como los demás porque aún no era seguro que fuera a quedarse.

—¿Tú no quieres comenzar a entrenar ya? —cuestionó Madam Yu. La conocía lo suficiente para saber que estaba decepcionada de él, lo que le causó cierta gracia y no tuvo que forzar la sonrisa.

—Mmn. A-Niang dijo que cuando A-Ying tenga seis, ella y A-Die me enseñarán todos los días, aunque estemos viajando.

—¿No te quedarás? —preguntó A-Yao con auténtica aflicción.

Jiang Cheng se acercó a su madre y tiró con un poco de fuerza de su manga y la miró fijamente, dejando que sus ojos se humedecieran un poco. —A-Niang, no quiero que A-Ying se vaya. No dejes que se vaya.

Madam Yu suspiró. —Eso no puedo decidirlo yo. Si ellos quieren continuar su camino, yo no puedo detenerlos.

—A-Niang, por favor, por favor —suplicó sacudiéndole el brazo. Tenía que intentarlo todo para que su madre accediera, pero seguía sin tener absoluto control de sus reacciones y lo invadió el sentimiento de desolación al pensar que Wei Ying no iba a quedarse, provocando que las lágrimas comenzaran a brotar ya sin control empapando sus mejillas—. Yo no quiero que se vaya.

不作不死 - Bu zuo bu siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora