Capítulo 23: Admiración

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Wei Changze y Jiang Fengmian habían salido a atender las necesidades del pueblo en problemas mientras que Yu Ziyuan se encargaría de castigar a su administrador. Estaba presente en Muelle de Loto junto con su esposa y un hijo apenas en la adolescencia.

Wei Ying y Jiang Cheng sabían cómo escabullirse hasta el lugar de los castigos e invitaron a Zhen Yao a ver, porque Madam Yu definitivamente iba a usar a Zidian, pero no sabían qué más haría con el hombre. A-Yao aún no tenía la oportunidad de ver a Madam Yu usando su tan famosa arma y estaba muy emocionado así que Wei Ying fue el encargado de guiarlos hasta el lugar donde sabía que había una tabla suelta en el entarimado frente al campo de entrenamiento desde donde podrían ver y escuchar todo en primera fila sin ser descubiertos.

Madam Yu no tuvo miramientos para aplicar el escarmiento al hombre que, por orgullo y para no asustar a su familia, contenía sus gritos. Wei Ying recordaba lo mucho que un latigazo con Zidian dolía y seguramente después el hombre estaría en cama por varios días. Entendía que el castigo era justo y era una advertencia para los demás administradores de Yunmeng, pero no podía evitar sentirse un poco incómodo.

Cuando los azotes terminaron, Yinzhu se acercó a su señora con algo en sus manos. Era el látigo disciplinario de Yunmeng, lo que los dejó boquiabiertos. Dos discípulos ayudaron al hombre a enderezarse solo lo suficiente para extender sus manos hacia delante. —Cada vez que abras tu mano para recibir algo, recordarás la deshonra que has cometido ante tu secta.

Con un movimiento seguro y certero, Madam Yu propinó un latigazo justo en las palmas de la mano del hombre. Luego se alejó y devolvió el látigo disciplinario a su doncella antes de recitar el final de su castigo.

—Los bienes que acumulaste de forma deshonrosa, todo será repartido entre el pueblo que debías proteger. Serás despojado de tu rango, de tu nombre y tu posición, no podrás ser más que un sirviente de hoy en adelante. Deberás ganarte el sustento de tu familia con tu esfuerzo.

—Mi señora —interrumpió la esposa tirándose al suelo a pesar de que su hijo quiso evitarlo—. Mi esposo jamás ha hecho trabajo manual, ¿quién va a querer darle un trabajo cuando su crimen está marcado en sus manos? Por favor, tenga piedad de mi hijo, él no tiene la culpa de la deshonra de su padre. Yo... yo afrontaré la humillación junto a mi esposo, también soy culpable por guardar silencio tanto tiempo, pero por favor, mi hijo no tiene la culpa de nada.

En otros tiempos no le habría causado ningún desasosiego el tener que castigar a una desconocida a pesar de sus súplicas, pero al parecer ahora no podía permanecer ajena al dolor de otra madre. Resopló con fuerza y le dio la espalda. —¿El muchacho ha sido educado?

La mujer levantó el rostro, esperanzada. —Sí, señora. Sabe leer, escribir, conoce de números, es bastante avanzado para su edad.

—Él puede quedarse como aprendiz de escriba en Muelle de Loto. Es lo único que puedo hacer.

Caminó hacia la plataforma donde los niños habían estado observando para luego dar la orden de que se llevaran al hombre. No sería tan cruel de lanzarlo así a la calle, primero curarian sus heridas y podrían despedirse de su hijo. La mujer no dejaba de pronunciar su agradecimiento, aunque el chico lloraba diciendo que no quería separarse de sus padres. Wei Ying y Jiang Cheng intercambiaron una mirada, confundidos porque aquello no parecía algo propio de Yu Ziyuan, y algo contrariados porque comprendían el dolor del niño, aunque también sabían que era lo más justo.

—Vamos, si A-Niang se entera que estuvimos aquí, podría enfadarse mucho —advirtió Jiang Cheng y emprendió la retirada, seguido de Wei Ying. A-Yao dio un último vistazo antes de seguir a sus amigos, pero escuchó algo caer entre los tablones de arriba y llamó su atención buscarlo. Era un objeto brillante, y lo reconoció al recogerlo pues era el pendiente de flor que Madam Yu generalmente llevaba en su cabello. Debió haberse soltado de su tocado y probablemente lo estaría buscando en cuanto se diera cuenta de su pérdida.

不作不死 - Bu zuo bu siDonde viven las historias. Descúbrelo ahora