10. sacerdote

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- ¿Eres tú? - inquiere el peliblanco, con el ceño fruncido. - Pensé que sería alguien más imponente, - continúa, mirando el ceño fruncido del pequeño hombre frente a él. - ¿por qué es tan chiquito?

Samuel, quien se mantiene a unos pocos pasos de la celda, tiene que llevarse una mano al rostro, tratando de ocultar la sonrisa burlona que se extiende por sus labios, el peliblanco tenía razón, el sacerdote no era más que un hombre de baja estatura que venía de Heráclito, con el cabello negro peinado de manera extraña y una expresión seria en el rostro.

- Soy Raúl de Heráclito, sacerdote de Zeus, y quiero que me digas quién te envió aquí y porqué. - dice con voz severa, el peliblanco apoya el rostro sobre uno de los barrotes, con sus bonitos ojos mieles mirando al hombre.

- Bueno, no soy yo quién debería darle esta lección, señor sacerdote, pero aquí voy... - empieza, con tono cansino, aún ocultando algo de diversión tras su severidad. - cuando dos personas se quieren mucho, y los un~

- Basta ya con tu insolencia. - regaña Merlón, aun cuando Samuel y Raúl parecen estar a punto de reír. - ¿Crees que esto es un juego?

- ¿No lo es? - inquiere con un puchero. - ¿Y qué se supone que va a hacer este? ¿Exorcizarme?

- Háblame con respeto. - exige, mirándolo con la expresión severa nuevamente. - Quiero saber porqué estás aquí y quién te envió.

- Bueno, estoy aquí porque ni una sola persona en esta maldita polis me deja salir de esta increíblemente burda celda, - responde, dejando la sonrisa burlona finalmente de lado. - estoy aquí porque es mi maldito destino.

- ¿Tu destino? - pregunta una vez más, con repudio, el peliblanco golpea el puño contra los barrotes, mirándolo con ferocidad.

- ¿Qué esperabas? - inquiere. - ¿Una puta respuesta benevolente para tu paz? ¿Querías que me arrodillara aquí para suplicarte por mi vida? Eso no va a pasar, quieres matarme, hazlo de una vez, ¿qué te detie~?

Las palabras se ahogan en su boca tras un quejido, la mano de Merlón ha tomado su brazo doblándolo en un ángulo extraño, y con la espada sujeta en la otra mano, elevándola, Samuel mira el movimiento, y el corazón se le detiene dentro del pecho, y una idea... no, un deseo se infunde en su cerebro.

"Detente" piensa, y es eso, quiere detenerlo, debe detenerlo, pero es Merlón y... 

Lo hace, lo detiene.

old (love) greece -karmaland-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora