- Ya les he dicho, - volvió a insistir. - soy un puto mercenario, ¿sí? Alguien me pagó para cortarle el cuello a ese chico, me arrepentí porque es muy mono. - las miradas se posan sobre el susodicho, quien tiene las mejillas rosas.
Entonces el hombre de cabello gris junto a la extraña celda vuelve la vista hasta el pelinegro.
- ¿Qué deberíamos hacer con él, señor? - inquiere, y Samuel suspira, antes de mirarlo nuevamente, tiene una bonita sonrisa que le marcan pequeños hoyuelos en sus mejillas, y le parece inconcebible la idea de que sea un demonio.
- ¿Están seguros de que es un demonio? - pregunta el pelinegro, y el hombre asiente. - ¿Cómo es que lo sabes, Merlon?
- Su piel, - responde con sencillez. - es tan fría como el metal, no creo que tenga sangre en el cuerpo, es más bien como... una serpiente.
- Quizás descendiente de Medusa. - interviene otro, todos se miran entre sí temerosos, y el chico en la celda sonríe. Samuel tiene que apartar la mirada de él.
- Así es, y sino me sacáis de aquí, os voy a puto convertir en piedra a cada uno de ustedes. - amenaza, abriendo los ojos más, los atenienses dan un paso atrás, justo igual que un par de soldados, mientras el resto mira al peliblanco, escépticos.
- Dame la mano. - dice Samuel, extendiendo la mano hasta el borde de la celda, el chico en el interior lo mira con una ceja enarcada.
- Primero deberías cortejarme, ¿no crees? - inquiere, sonriéndole, el soldado mantiene su expresión severa. - Aburrido... - susurra, y pone su mano sobre la palma del soldado, frunciendo el ceño casi al instante de tocarlo.
- ¿Lo ve, señor? - dice Merlon desde su posición. - Frío como el metal.
- Sí... - concuerda en voz baja, antes de retirar la mano del tacto del contrario. - como el metal...
Ambos se miran entre sí, presionando sus propias manos en un puño, con extrañeza, el pelinegro porque ha sentido calor en la mano tan suave del preso. Y el peliblanco porque... bueno, eso lo sabrán más adelante.
Samuel quiso tomar su mano nuevamente; no lo hizo.
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old (love) greece -karmaland-
FanfictionLa Antigua Grecia se dividía en dos ciudades principales: Esparta, donde se criaban los soldados, y Atenas, donde se criaban los sabios; a pesar de esto, existían personas que no vivían en ninguna de estas polis, por lo que terminaban viviendo en pe...