old (love) greece -karmaland-

6. demonio

El chico de cabello blanco mira las marcas en sus manos, moviendo los dedos con suavidad, y las uñas largas posadas en la palma de su mano.

- Entonceh... - murmura uno de los guardias fuera de la celda, tenía un extraño acento, como si se olvidara pronunciar ciertas letras. - ¿sí ereh un demonio?

El peliblanco lo miró, pensando en que debía ser muy estúpido o muy confiado como para preguntarle algo así, el otro guardia le dedicó un suave golpe con la extraña estaca que ambos llevaban, era completamente de madera y la punta relucía con la vaga luz que se colaba en el lugar.

- ¡Lolo! - regaña, volviendo a dedicarle otro golpe. - ¿Qué haces?

- Tengo curiosidad, ¿tú no, mi niña? - inquiere, mirando al peliblanco, quien les devuelve una mirada curiosa.

- Soy un mercenario. - miente, ambos guardias se miran entre sí, el guardia de cabello largo lo mira, sospechoso. - ¿Creen que un demonio se habría dejado atrapar así de fácil?

Oh, y que de fácil se había dejado atrapar, pero no había sido su culpa, no. Había sido culpa de ellos, por no explicarle cuáles eran las habilidades que tendría al llegar al mundo mortal, no sabía que podía hacer y que no, y aquello lo había tomado por sorpresa, el trabaja habría sido relativamente fácil si alguien le hubiese explicado aunque fuese una parte de lo que pasaría.

Y ahora estaba varado allí, en una celda, cansado, hambriento y solo, siendo observado por dos guardias que charlaban entre sí sobre él.

Quiso largarse a llorar; así que lo hizo.