I Hate You, I Love You

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Canción: I hate you, I love you

Intérprete: Gnash, Olivia O'brien

***

2021

Amor es el nombre que se le da al sentimiento fuerte que te deja sin poder respirar con tranquilidad, ser un manojo de nervios, sentir dragones en el estómago y un acelerar inquieto del corazón.

Winifred sabía del dolor que causaba amar a alguien que estaba destinado a otra persona. Del corazón partido en miles de pequeña fragmentos, uno más pequeño que el otro.

—¿Me rechazas por un amor no correspondido? ¿Es enserio, Gilbert? ¡Puedo sustituirla! ¡Puedo lograr que me ames! Solo... conformate con el mío, te lo ruego —dijo, suplicante. Lo ansiaba, de verdad que lo ansiaba. Quería a Gilbert, y no podía creer que él no pudiera aceptar su amor por pensar en alguien a quien ni siquiera quería.

—Mereces a alguien que te ame con todo su ser —contestó el muchacho de rizos, incrédulo porque ella le pidiera aquello—. Alguien que esté dispuesto a amarte como si fueras la única en este mundo. Alguien que te de un amor completo, y no migajas de amor. Ese no puedo ser yo. No... no cuando amo a Anne con toda mi alma.

Finalmente, Winifred sabía que era una pelea en vano, porque Gilbert Blythe estaba enamorado perdidamente de Anne, y no de ella.

Se sentía como si la hubieran usado para intentar olvidarse de aquel amor no correspondido, a pesar de que era ilógico pensar eso de Gilbert. Y lo extrañaba. ¡Demonios! ¿Por qué era tan difícil seguir los pasos del amor?

No quería admitir que era el final, y aun así había perdido una pelea contra una chica que ni siquiera estaba participando.

Odiaba sentirse así. Insuficiente.

Era un sentimiento de lo peor. Cada día, a cada instante y en cada momento esa voz en su cabeza le decía «No te quisieron porque no vales nada. No eres digna de recibir amor. Solo te usaron. Aceptalo ya. Nadie va a amarte jamás», provocando que realmente comenzara a creer eso.

No podía aceptarlo.

Intentó olvidarlo de todas las maneras. Haciendo lo mismo que creía que habían hecho con ella. Un reemplazo. Y nadie era Gilbert. No podía poner nadie por encima de él. No podía buscarlo en otros besos ni en otras manos.

Y se desesperaba al entender que no la amarían como él amaba a Anne. Nadie la miraría como el miraba a esa chica.

Sentía que había caído muy mal por estar de forma tan terrible. No, no quería que alguien se compadeciera. Ella sola se había creado una y mil ilusiones.

Jamás podría ser Anne. No tenía su cabello rojo, ni sus azules ojos. Tampoco tenía las pecas distribuidas por todo aquel rostro. Mucho menos tenía la personalidad explosiva y característica de la pelirroja, con el que tanto se haría querer. Y, dios, como deseaba ser Anne, para que él la amara.

Lo anhelaba. Era un deseo doloroso que no podía hacerse realidad, porque sólo era Winifred. Nada más que Winifred. Y, a diferencia de Anne, ella no era interesante. Ni única. Ni perfecta.

Entendía que Gilbert la amara. De verdad que lo entendía. Y sabía que ella no tenía la culpa de nada. ¿De qué serviría odiarla? Era un ángel. Siempre se había portado bien con ella.

Odiaba el hecho de amar tanto a Gilbert. ¡Odiaba eso con todo su ser! ¡Odiaba quererlo tanto! ¡Odiaba romperse el corazón por soñar con un amor que no podría ser, porque ya están destinado a alguien más!

Y lo amaba, joder, lo amaba demasiado.

Winifred Rose amaba a Gilbert Blythe, porque era su primer amor. Y Gilbert Blythe amaba a Anne Shirley-Cuthbert, porque ella era su primer amor.

Dios, lo extrañaba tanto. Extrañaba cuando pensaba que él podría ser algo junto con ella. Cuando planeaba un futuro a su lado.

«Todo se fue a la mierda cuando me enamoré de ti. Y no fui correspondida», pensó la rubia, con sus lágrimas bajando por sus mejillas mientras miraba una fotografía de ambos.

Gilbert estaba alzando una ceja, de brazos cruzados mientras que ella sonreía y lo amenazaba con lanzarle agua de la piscina. La fotografía la había sacado su hermana. Era de los momentos más felices que recordaba.

Winifred sabía que ella no era lo ideal. ¡Era tan normal que nada de ella resultaba genial! Pero sabía que cuando amaba, lo hacía con todo su ser.

Se preguntaba continuamente si Gilbert alguna vez había pensado en lo que podrían haber sido.

«Siempre estoy extrañando a gente que no debería estar extrañando», se decía una y otra vez. ¿Por qué lo extrañaba? Él... No le pertenecía. Nunca le perteneció ni nunca iba a pertenecerle.

A pesar de todo el dolor que le causó, se sintió feliz al verlos juntos y que todo eso del amor no correspondido era un malentendido. Se sintió feliz, entre su tristeza, de que él fuera feliz. De que ella fuera feliz.

Se merecían tanto. Joder, ¡eran los que más merecían felicidad! ¿Por qué tenía que preocuparse por sus sentimientos cuando el chico que amaba estaba tan feliz?

No valía la pena. Entonces, puso su mejor sonrisa y los felicitó con todo su corazón, agradecida de ver sus sonrisas.

Y adolorida de ver que sus esperanzas finalmente habían sido enterradas.

Seguía odiando amarlo, pero tenía claro que a veces se hacen sacrificios en la vida. La mejor forma de romperse el corazón, es viendo al amor de tu vida, con el amor de su vida.

***
Hice un cover de esta canción hace como tres años, una versión en español. Dato innecesario.

Anne whit an E, One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora