10 de agosto de 1996

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La historia de dos Brown. ¿Y otros dos Brown?

Era una calurosa tarde de verano, en la gigantesca casa de los Brown, Helen permanecía regando las plantas de su patio mientras que Christian jugaba con su hija menor, una niña con cabellos llenos de ondas, mientras que su hermano mayor, permanecía en la sala de la casa mirando la televisión, todo parecía tranquilo y apacible, hasta que de pronto Helen coloco su mano en su espalda baja y con un gesto de dolor llamó a su esposo.

—Christian.. Creo que ya es hora...— Murmuró Helen al ver a su esposo acercándose.

—¿Hora de qué, cielo?— Christian no pareció mirar los pantalones húmedos de su esposa.

—¡De los niños! ¡Agh!— Helen colocó su mano en el hombro de su esposo para evitar caerse.

—¿De los niños? ¡De los niños!— Christian llevó a su esposa a la puerta principal mientras que la niña se quedaba jugando sola en el patio. —¡¡Elliot!!—

We were on a break!— Fue lo que se escuchó en la sala producto de la televisión seguido de las risas del chico.

—¡Elliot ven aquí en este instante!— Christian volvió a llamar a su hijo mientras que buscaba las llaves torpemente.

La televisión se apagó y luego el joven dio varios pasos hasta encontrarse con su padre y su madre. —¿Qué pasa, pops?—

—Tu madre entró en labor de parto.. ¡Ya sabes que hacer con Hannah!— Christian salió de la casa junto a su esposa y ambos se fueron en un taxi hasta el hospital.

—Radical.. Casa sola.— Elliot sonrió y fue hasta el jardín para ver a su hermana jugando con su muñeca, que tenía un pésimo corte de cabello. —Hola, Han.—

—Hola hermanito, ¿dónde están mamá y papá?— Hannah alzó la mirada y su hermano la dejó entrar a casa.

—Ellos fueron al hospital. Porque mamá ya va a tener a nuestros hermanitos.— Elliot cargó a Hannah y la sentó en el mesón de la cocina.

—Ohh, ¿entonces hoy vienen los bebés bonitos?— En el rostro de Hannah se dibujó una sonrisa y se hizo más grande cuando Elliot asintió.

—Algo así... Solo tienes que dormir esta noche y mañana ya ellos habrán llegado.— Dijo Elliot con una sonrisa nerviosa.

—P...Pero... Dormir aquí... Sin mamá y papá...— Hannah jugó con sus dedos mientras bajaba la mirada.

—No te preocupes hermanita, yo estaré aquí, y naaaada va a pasarte.— Elliot habló amigablemente y despeinó a su hermana.

—Gracias, hermanito...— Hannah movió sus pequeñas piernas y miró a los alrededores. —Tengo hambre.—

—Vale vale... Creo que puedo cocinar algo, mientras...— Elliot cargó a su hermana en brazos y fue hasta la sala de estar, donde cambió el televisor de Friends a Rugrats.

—Gracias hermanito, te quiero jiji.— Hannah se quedó embobada con la televisión por un buen rato.

Pasaron un par de minutos, que se convirtieron en una hora, y aún no había nada para comer, Hannah se levantó de su puesto en la sala y caminó hasta la cocina con una expresión somnolienta, entonces miró a su hermano caminando de un lado a otro mientras que limpiaba un gran desastre en la cocina.

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