6 de Agosto de 1996

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~ La historia de dos pequeños Evans y un Leduc ~
Song: Paperback Writer — The Beatles

Era un verano como cualquiera en Nueva York, caluroso, cansino, y lleno de mariposas por todos lados, la ciudad haría que el calor se triplicara en cantidad y las personas se pasearían en las calles con shorts, camisas de tirantes y demás, o al menos esto es lo que John vería desde la parte de atrás del auto de sus padres, pues todos los veranos tocaba ir a su lugar favorito en el mundo, a casa de su abuela, así que estaban en camino pero por los momentos el auto no podía moverse al estar en un embotellamiento. En la parte de atrás del auto se encontraban un niño de rizos negros con un Game Boy en las manos, jugando como si no hubiera un mañana, en la otra ventana estaba un niño castaño con un par de crayones en sus manos y un cuaderno colocado sobre sus piernas.

—¡No! Ya casi llegaba.. Pero bueno.. Ya no quiero usarlo.. — Se quejó Gabriel con ganas de lanzar el game boy por la ventana.

—Mamá.. Ya es mi turno de usar el game boy..— John dejó los colores y subió la mirada para ver a su madre.

—Oh no no.. Estoy a punto de pasar el último nivel de Mortal Kombat.. Ni te atrevas..— Gabriel volteó el game boy hacia la ventana.

—Pero Gabrieeeeeel..— John puso los colores a un lado y se arrodilló en el asiento. —Acabas de decir que no lo querías..—

—Pues ya lo quiero de nuevo..— Gabriel se apretó el aparato contra su pecho.

—Mamáaaaaaaaa..— Murmuró John con un tono de niño consentido.

—Gabriel dale el aparato a tu hermano, por favor..— Elizabeth sobó el puente de su nariz con poca paciencia.

—Mami.. Yo lo tenía primero.. Y quien lo tiene primero se lo qued..— Antes de que Gabriel terminara de hablar con su madre esta le arrebató el aparato de las manos y se lo entregó a John.

—Gracias mami..— Dijo John al mismo tiempo que sacaba el pequeño cartucho de Kirby para colocarlo dentro de la mini consola.

—Ahora silencio los dos, tengo un terrible dolor de cabeza..— Elizabeth se dio la vuelta y cerró los ojos tratando de dormir.

El resto del camino pasó con John jugando efusivamente con el game boy hasta que se mareó y tuvieron que hacer una parada para que este vomitara, provocando que el aparato quedara en las manos de su hermano mayor de nuevo, aunque esta vez no pudo quejarse pues se sentía bastante mareado como para hablar de nuevo, así pues terminaría quedándose dormido hasta sentir la brisa y el olor a aire fresco mover su cabello castaño, entonces sus ojos azules se iluminaron al contemplar la gran casa de su abuela en la lejanía. Y todas las ganas de vomitar junto al sueño parecieron dejar su cuerpo, apoderándose la felicidad y la emoción de sus brazos y piernas, hasta que consiguió bajarse del auto y corrió a abrazar a su abuela, quien lo esperaba en la puerta de la casa.

—Mi niño.. No sabes como te extrañé..— Amelia rodeó al pequeño con sus brazos mientras este besaba su rostro repetidamente.

—¡Abue! ¡Abue!— John saltaba con emoción bastante notable.

—Hola mamá.— Raymond se acercó a la puerta con unas cuantas maletas en sus manos y Elizabeth a su lado.

—Buenas tardes señora Evans.— Elizabeth sonrió ya estando de mejor humor.

—Hola a los dos, son bienvenidos jeje.. ¿Dónde está mi niño Gabriel?— La señora buscó al pelinegro con la mirada, luego observó que este caminaba con una pose apenada. —¡Oh! Ahí estás, travieso..—

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