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Los días habían pasado volando. Jungkook se estaba quedando en la casa de su novia ya que el hermano de Rosé estaba de viaje. Según lo que la rubia le había contado, este se había ido a visitar a sus abuelos por una semana, ya que el último año (que es al cual pertenece Yoongi) estaban de vacaciones porque los profesores de ese salón estaban en una importante capacitación.

Mientras tanto, Jungkook se había encargado de cuidar a Rosé durante esos dos días que se quedaron en la casa. El pelinegro la ayudaba con las tareas que la muchacha no entendía, también le cocinaba y hasta le ayudaba a limpiar la casa.

Todo marchaba a la perfección, se habían encargado de dejar la casa en buenas condiciones antes de salir camino a la escuela. Las personas que vivían en el mismo barrio que la chica ya conocían a Jeon, durante esos dos días habían visto al muchacho ir y venir, así que ya tenían en mente que la muchacha tenía un novio, o algo así.

Justamente ahora, Jungkook caminaba de la mano con Rosé, estaban a dos cuadras de la escuela y los vecinos del lugar saludaban a la chica con bastante entusiasmo. Siempre adoraron verla por el lugar, Rosé les parecía una niña bastante alegre.

Al llegar a la escuela, como era de costumbre  saludaron a las personas que se encontraban en la puerta de entrada, en eso llegaron Jennie y Jimin, quienes se veían felices.

— ¡Hasta que por fin te veo Jeon! ¿Donde te quedaste este fin de semana? No me respondiste los mensajes —Jimin hizo puchero y miró a su hermano menor.

— Me quedé en lo de Rosé —respondió Jeon con una sonrisa.

— ¿Y porque no me dijiste nada? — el mayor aún tenía el puchero.

— No tuve tiempo para agarrar el celular, lo siento, Hyung.

— Mmh.. Ya me imagino el porque no tuviste tiempo para agarrar el celular —Jimin soltó una risita traviesa— Se están cuidando, ¿verdad? Aún no quiero sobrinos.

Rosie al escuchar eso se sonrojó, chilló en sus internos y luego tapó su rostro con cierta vergüenza.

— No te preocupes Hyung, nos estamos cuidando —respondió Jeon con una sonrisa ladina.

Lo cierto era que ellos no habían hecho nada fuera de lo que normalmente hacían, no se pasaban de los besos o caricias suaves y tiernas.

Jungkook quería molestar a su Hyung haciéndole creer que habían llegado a un punto alto, pero no, aún no llegó el momento para ellos. Y aún que lo había soltado en un tono de burla, Rosé lo había tomado de otra manera.

— ¡Jeon! —Rosé golpeó el hombro de su novio, regañandolo— ¡No digas esas cosas en público! No es bueno mentir —y se sonrojo más.

Jungkook sonrió enternecido por la escena. Ver a Rosé con las mejillas rojas y temblando por el nerviosismo lo hacía sentir un ganador.

La amaba, sí, la amaba.

Pero no podía evitar sentirse más que alguien por el hecho de que la muchacha le diera esa atención solamente a él y, porque además de eso, Rosé solía demostrarle a Jungkook el poder que el tenía sobre ella.

Un beso la hacia sonrojar, una caricia la hacia sonrojar, que Jungkook la mire mucho tiempo o juegue con su cordura la hacia temblar, pero no con un mal sentido, sino del bueno. Eran esas clases de nervios que te suele dar cuando estas cerca del chico o chica que te gusta.

Rosé se sentía así, Y Jeon amaba poder presenciar lo que él podía generar en ella con tan solo sonreírle.

— Ah, ¿estoy mintiendo? —preguntó juguetón.

One Month [#1] ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora