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Había tomado la mejor decisión de su vida al proponerle a Yuuri que fueran enemigos con derechos. El fin de semana había llegado volando, sí, pero agradecía infinitamente que los días de trabajo se hayan acabado para poder pasar tiempo con el lindo japonés que tenía por "enemigo con derecho".

Porque sí.

No hubo ni un día de esa semana en donde las insinuaciones de parte de ambos y la gran tensión sexual no estuviera presente en cualquier lugar donde ellos dos estuvieran. Claro, como había pasado la noche de su primer encuentro íntimo, Yuuri no había accedido a qué fueran más allá de darse placer con la boca, cosa que le había dejado algo frustrado después de haberse imaginado la escena de ellos dos follando en los baños del majestuoso Palacio de Westminster, sin embargo, una parte de ese mal ánimo se fue al pensar en que la oportunidad de hacerlo por primera vez con el chico debía ser... Especial.

¿Especial? Sí. Con un Yuuri llorando, gritando y retorciéndose de placer en la cama de su habitación de hotel mientras lo sometía en las sábanas y lo llevaba a tocar el cielo.

Habían tardado alrededor de media hora en salir del angosto cubículo después de que Víctor complaciera a su "enemigo con derecho" con una experta mamada y que éste le devolviera el favor con dos rondas de sexo oral al no ser suficiente con una sola vez, dejando así a un pobre japonés con la mandíbula adolorida; si no iba a dejar que lo penetrara, por lo menos debía de ayudarle a aliviar las ganas de hacerlo dándole un buen uso a esa dulce boquita. Al ruso le daba gracia y ternura ver cómo Yuuri llegaba al restaurant con la cara completamente colorada por la vergüenza y la "ira" causada por un pequeño regalito que dejó en su ingle, además de la mano que quedó marcada en su firme y perfecto trasero luego de propinarle una sonora y deliciosa nalgada que le dejó con ganas de seguir azotando esos perfectos melocotones.

Pero tampoco era como si el pícaro japonés no disfrutara de vez en cuando ver la marca que su rival había dejado en su trasero.

-Rayos ¿Por qué ahora?_ bufó cierto pelinegro, levantándose de su cama viendo con fastidio el número desconocido que se reflejaba en su pantalla y que le estaba interrumpiendo a mitad de uno de los más importantes capítulos de la secuela de Monument Valley_ ¿Hola?_

-¡Yuuuuuri! ¿Cómo estás? No estás ocupado ahora ¿Cierto?_ rodó los ojos e hizo una mueca de disgusto al oír la coqueta y animada voz de cierto ruso.

-No, para nada_ contestó con sarcasmo, escuchando una risita del otro tras el altavoz_ ¿Qué quieres y cómo conseguiste mi número?_

-Uy, perdón, Yuuri gruñón ¿Acaso he interrumpido una buena sesión de masturbación?_ dijo, riéndose al escuchar un gruñido de parte del menor.

-Eres un... ¿Qué es lo que quieres, Víctor? También quiero que me digas cómo conseguiste mi número y quién te lo dio_ volvió a preguntar mientras respiraba hondo para que su buen humor no se disipara por completo.

-Que me llames a mí para complacerte en vez de utilizar tu mano, Yuu-_

Colgó la llamada e inmediatamente se internó en el colorido juego de hermosos gráficos por el cual había valido la pena pagar, sin embargo, tan pronto como había ingresado a la aplicación otra llamada entrante del mismo número, ya no tan desconocido, se reflejó en la pantalla, mas no le prestó atención y la rechazó, retomando con total normalidad el nivel en dónde había quedado.

+x (xxx) xxx-xxxx

Agregar contacto||Bloquear número

¡Yuuuri!

¿Por qué me cuelgas?

❖ SexyBack ❖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora