-Konstanze, du warst gestern abend in dem Haus dieses armen Mannes ¡Halte mich nicht für dumm!*_
-Ja, ich gebe es zu, weil du nicht weißt, wie du mir gefallen sollst, Harman*_
-¡Du hast dich nur um mein Vermögen gekümmert, verräterische Frau!*_
-¿Alguien sabe qué carajos están diciendo?_ preguntó el ruso de cabellos rubios a su serio acompañante, que al igual que él, se encontraba confundido.
-Al parecer el dinero no compra la felicidad todo el tiempo, y no en todos provoca orgasmos, juju_ agregó cierto suizo que escuchaba y veía divertido la escena que montaba una ahora expareja en las afueras de un edificio.
Berlín, Alemania. Uno de las dieciséis Estados federales del país y capital de éste. Una ciudad desbordante de cultura y llena de historia, con una amplia gastronomía capaz de deleitar y enamorar el paladar del que se animara a probar desde el más pequeño postre común, hasta el más sofisticado platillo digno de ser servido en bandeja de plata.
Habían aterrizado en el aeropuerto de Berlín - Brandeburgo Willy Brandt, media hora atrás y desde hacía veinticinco minutos se encontraban en el hotel Regent, una arquitectura de estilo clásico que hacía sentir a cualquiera dentro de un ambiente digno para nobles, o al menos así lo habían descrito las dos féminas que se tomaron la tarea de fotografiarse hasta el cansancio en el amplio lobby, sin importar el paradero de sus respectivas pertenencias.
-El acento de los alemanes es fuerte_ comentó el japonés, quien veía a dos hombres de traje, con aires de abogados que se notaban a leguas, hablar e intercambiar palabras con aparente apuro, como si de lo que hablaban era de un tema muy importante.
-Pero no tan sexy como el de nosotros los rusos, mi cerdito_
-Nunca dije que su acento fuera sexy-_
-Imagínate despertar con un alemán común y corriente sin nada de especial a tu lado, y que en vez de darte los buenos días con amor parezca que está invocando al peor demonio que pueda existir en el inframundo luego de una borrachera con una simple cerveza ¿Pero sabes qué? No te lo imagines_
-¿Qué-_
-En cambio, imagíname a mí, a tu lado, por las mañanas después una larga noche donde derrochamos pasión, mientras mis dedos se pasean por tu piel acariciándote con suavidad y te susurro al oído... Dobroye utro, moy milyy rebenok*_
Un escalofrío le recorrió por completo, color escarlata pintó sus pomulos e invisibles brasas hicieron arder su rostro. Víctor definitivamente era un estúpido. El idiota más idiota de todos los idiotas. ¡¿Cómo se le ocurría hacer eso frente a los demás?!
En un movimiento brusco tomó distancia del otro, apartándose lo más rápido posible de aquel contacto que había hecho la punta de aquella perfilada nariz con su cuello, recorriendo desde la base hasta el lóbulo de su oreja mientras el cálido aliento le erizaba la piel.
-Yuuri ¿A dónde vas?_ preguntó el tailandés, observando a su amigo tomar con rapidez su equipaje y subirse al recién estacionado elevador, sin esperar siquiera la ayuda de los recepcionistas.
-M-me adelantaré, tengo que hacer algunas cosas ¡Nos vemos ahora!_
-¡Pero, Yuuri, espe-_
La cabina estaba vacía, por lo que se permitió recostarse en una de las paredes mientras sentía el ligero mareo al comenzar a subir. Cerró sus ojos con fuerza e inhaló una, dos, tres veces, hasta calmar el revoltijo de sensaciones que corrían por todo su cuerpo, desde la punta de una las hebras de su denso cabello hasta la punta de su dedo gordo del pie.
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❖ SexyBack ❖
Random≈El tiempo cambia a cualquiera.≈ Y eso lo puede asegurar el modelo de renombre y soltero más codiciado de toda Rusia, el sensual y provocativo Víctor Nikiforov. Luego de un reencuentro después de cuatro años con la misma persona a quien había burla...