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Sólo a este idiota se le ocurría hacer eso, pensó el rubio.

No sabía cómo rayos habían terminado los tres, juntos, compartiendo la misma mesa. Víctor había invitado a Yuuri a comer con ellos, después de que el japonés lo viera como un bicho raro y dudara por unos momentos accedió a hacerlo con la excusa de que le había agradado la compañía del suizo y quería volver a conversar con él luego de la salida de celebración del día anterior, cosa que hizo sentir al peliplata cómo su estómago se comprimía y síntomas de celos aparecieron.

Chris hablaba con el azabache buscando ahuyentar la tensión de ambos modelos tratando de incluir a su amigo, quien contestaba con aires de superioridad y coquetería viendo a los ojos de Katsuki, un mesero había pedido sus órdenes por lo tanto les quedaba esperar a que trajeran sus comidas, todo parecía irse calmando y todo llegó a un punto donde parecía no haber rivalidad alguna entre el ruso y el japonés.

-Las tomas de hoy fueron bastante buenas, me gustó el atuendo que llevaba puesto, hacía que me viera más ardiente de lo que soy_ el suizo tomó un poco de su vino_ ¿Cómo haces para verte tan inocente y a la vez tan peligroso?_

-Es algo que me sale al natural, aunque de inocente no tenga nada_ sonrió.

-Pero mira que perverso, el angelito terminó siendo todo un diablillo seductor_ ambos rieron mientras veían al mismo hombre que les atendió traer sus almuerzos, una llamada cayó en el teléfono del ojiverde y este se disculpó_ no me esperen, esta llamada va a durar un poco... Si no es por el nuevo traje que te dije no quiero escucharte Madigan_ hizo un visco alejándose.

Habían quedado en un silencio incómodo, Yuuri sacó su teléfono y mientras comía con la mano izquierda con la derecha tecleaba la pantalla sin prestarle atención al ruso que tenía enfrente viendo cada una de sus acciones; no le molestaba, para nada, de hecho le hacía sentir deseado y eso le subía el ego, claro que él no se consideraba una persona superior a los demás, siempre solía decir que todos eran igual de importantes, igual de valiosos, que de nada servía tener la apariencia de un ser divino cuando se tenía el alma y el corazón podrido, a sus fans siempre les recordaba una y otra vez lo hermosos que eran y la manera única en la que ellos brillaban, pero, con Víctor Nikiforov era diferente.

-¿Tengo algo en la cara?_ preguntó sereno dejando el móvil en la mesa y tomando de su bebida.

-Tienes los labios resecos_ respondió el otro sin apartar su mirada fija en esos ojos cobre.

-Ah ¿Enserio?_ qué idiota, pensó. Ese par de gruesos pedazos de carne estaban más que hidratados, el brillo rosa natural fácilmente se podía confundir con algún labial transparente y de lo suaves que se veían se podían comparar con un esponjoso malvavisco.

-Pareciera que no supieras de la existencia del bálsamo labial, o quizás si estoy en la cierto, pero tal vez pueda hidratarlos con otra cosa_ dijo lo último lo suficientemente claro y malicioso esperando una reacción ofendida de parte del japonés, obteniendo lo contrario.

-No te daría el lujo de siquiera rozar tu boca con la mía, sería una completa falta de respeto hacia mí mismo_

-Nunca dije que fuera necesario hacerlo con saliva_ fue indirectamente directo.

-Oh Dios_ se echó a reír fuerte estremeciendo a Nikiforov por no sabía cuantas veces el mismo día_ no sé si pensar en que quieres que caiga como los pobres ingenuos que llevaste a tu cama o que eres peor que un prostituto al entregarle desinteresadamente el pene a la primera persona que te parezca interesante para un revolcón_

La mirada del azabache era filosa y juguetona, éste se inclinó sensualmente hacia adelante tomando con su tenedor una cereza de su postre, llevándola tentadora hacia su boca y quitándole con su lengua la crema que esta tenía para después comerla; otra vez la molesta sensación de opresión dentro de su pantalón, había un mantel cubriendo sus piernas, nadie notaría si se bajaba la bragueta y liberaba a su amigo para darle un poco de la atención que necesitaba, o simplemente podía luchar un poco más con ese exquisito pelinegro y tal vez sí lograba su cometido antes de tiempo.

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