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Habían pasado unos cuantos días desde que Phoebe había llegado. Seguía inconsciente y siempre en riesgo de no volver a despertar. Sus heridas empezaban a cerrar, pero ella necesitaba descanso para que el veneno abandonara su sistema. La posición que le di a Alayah servía para aminorar el efecto del veneno para que no fuera mortal, pero si en algún momento ella se debilitaba más de lo que ya estaba, no podríamos hacer mucho. Solo teníamos la esperanza de que despertara.

Bueno, la mayoría de nosotros la tenía. Nimue intentó matarme, pero, otra vez, Alayah y Gawain lograron salvarme, aunque es incierto hasta cuando. Ya no eran mayoría, y era la "Reina" contra ellos que realmente no tenían ningún poder. Solo quedaba la decisión de Phoebe. La mayoría (excluyendo a Arturo y Nimue, de quien asombró la decisión de que no era necesario que ella viviera), quería que Phoebe viviera y para eso me necesitaban, por lo menos hasta que despertara. El lazo hacía que sintiéramos el dolor del otro. Al inicio, cuando los paladines la torturaban, creía que el dolor era por la culpabilidad que sentía. Si me mataban, el dolor podría ser suficiente para matarla también.

Es la única razón por la que sigo con vida, aunque parece no ser suficiente. Hubo una vez en estos días en el que Arturo me empezó a golpear. No podía defenderme o las cosas se podían poner peor, fue hasta que llegó Gawain que se  detuvo. Afortunadamente las cosas no fueron mal, las heridas de Phoebe se abrieron otra vez, pero no pasó a mayores. Desde ahí, Alayah y Gawain procuran que alguno de ellos esté conmigo en todo momento.

Hace unos días también me dejaron entrar a verla. Procuraba estar con ella todo el tiempo, así no me podrían juzgar. Ella se veía tan tranquila dormida. Su respiración era acompasada y su rostro sereno. Ver su rostro era tranquilizante, al igual que ver su pecho subir y bajar con lentitud. Aún así, extrañaba sus ojos. Necesitaba ver el destello plateado de su mirada, ya sea con frialdad o cariño, pero lo necesitaba. Era lo único que necesitaba antes de tener que morir. Hoy estaba sentado ahí, junto a ella. Mis manos tomaban con suavidad una de las suyas, pegándola a mis labios de vez en cuando.

— Evie... — dije por enésima vez en el día. — Por favor, te lo suplico, despierta. — Al igual que las otras veces no hubo respuesta. — Necesito ver tus ojos, necesito verte con vida una vez más, por favor...

— Lancelot — Alayah susurró tras de mí. — Gawain y yo tenemos que salir... creo que no necesitas que te diga lo que está en juego... no salgas de aquí.

Asentí con la cabeza, sabiendo que tenía razón. No tenía problema con eso, no pensaba irme de su lado. Alayah asintió de vuelta, antes de salir de la cueva. Inmediatamente regresé mi atención a Phoebe y volví a calcar sus facciones en mi rostro. Había envejecido un poco, no pudo mantener el hechizo mientras estaba con los paladines. No era vanidosa, pero era cierto que le favorecía aparentar dieciocho. Aún así, sus facciones no eran muy diferentes. Se veía un poco más madura, como si por fin hubiera alcanzado la adultez.  También le habían salido unas pequeñas, casi imperceptibles, pecas en la nariz, que le daban un aspecto muy tierno a su cara. Sus labios seguían igual que siempre, tuve ganas de besarla, pero me contuve. No me había pasado desapercibido que había adelgazado, eso no era bueno.

— Te prometo que si despiertas, le voy a dar a Alayah mi receta secreta — dije, recordando.

Estábamos todos juntos. Me tocaba cocinar, lo cual me asustaba mucho por una razón muy simple: no sabía cómo hacerlo. Le dije a Alex, quien se había convertido en mi mejor amigo, pero como todo buen amigo se rió a carcajadas y no me ayudó. Decirle a Phoebe o a los demás que no sabía cocinar me llenaba de vergüenza, especialmente frente a Phoebe. Así que... reuní lo que pude, he intenté hacer algo con eso. Cuando quedó listo, fue hora de la cena y, otra vez el traidor de su mejor amigo intervino.

Bruja de Luna  ⭐The Weeping Monk ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora