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Phoebe

Llegamos a Grammer, ganándonos la mirada de todos a nuestro alrededor. Las ignoramos sin problema alguno, dirigiéndonos al castillo. ¿Cómo lo sabía? Por cómo estaba Nimue, no dudaba que se hubiera adueñado del castillo. Y no me equivoqué. Apenas nos dieron una mirada antes de dejarnos entrar en el castillo. Me dirigí a la sala del trono, después de haber pedido indicaciones. Al entrar, me encontré a Nimue sentada en el trono, con Morgana y Arturo detrás, una chica pelirroja sentada en una de las sillas que había en la sala y Merlin en medio de la sala.

— Phoebe, no sabía que habías salido — dijo Nimue, dirigiendo su atención hacia mi. — ¿Por qué no avisaste?

Alaya volteó a verme confundida y con algo de burla. Por mi lado, esa actitud ya me empezaba a hartar.

— Le dije a Gawain que me tenía que ir — dije en tono conciliador, sin querer entrar en conflicto.

Nimue asintió con la cabeza, dando por terminada la conversación conmigo.

— Puedes quedarte como invitado — le dijo a Merlin.

Merlin dio una pequeña reverencia, algo desanimado, antes de salir de la sala. Cuando pasó a mi lado percibí una mancha roja en su camiseta, pero no le tomé mucha importancia.

— ¿Quién es tu amiga? — preguntó Nimue curiosa.

Vi a Alaya, pidiéndole permiso para presentarla. Asintió con la cabeza, sin despegar su mirada analítica de Nimue.

— Ella es Alaya y su hija Elizabeth.

— ¿Ella no nos va a traicionar? — dijo Nimue con una mirada retadora. — Tu otro amiguito no dudo en darte la espalda ¿por qué sería diferente?

— Porque al monjecito no le quitaron nada — bramó Alaya furiosa. Mentira, si le habían quitado algo, eso me hace más difícil entenderlo. — El mató a mi esposo. Además, he estado con Phoebe desde el inicio — sonreí divertida por el recuerdo. Elena, Daniel, Alex y yo, buscando en el bote de la basura por algo que habíamos perdido, una larga historia realmente la otra. El punto es que vi una de sus alas y como estaba escondida solo vi la mitad y creí que era un pájaro, intenté atraparlo para comer y resultó ser Alaya. Desde ahí se unió a nosotros.

— Puede quedarse en el palacio — dijo Nimue. — Pero no la quiero vagando por ahí y a ti te espero para las juntas.

Me quedé con la palabra en la boca, ya que antes de poder decir algo, se dio la media vuelta y salió de ahí. Alaya me dio una mirada, antes de caminar en dirección a la salida. No me quedó más remedio que seguirla, sabiendo lo que me iba a decir.

— ¿Cómo pasaste de ser la más grande líder a seguir a una mocosa malcriada como ella? — preguntó Alaya.

— Yo no sigo a nadie — dije encogiéndome de hombros. — Pero no quiero ser líder de nadie, prefiero que mis errores solo me afecten a mi.

Afortunadamente, no dijo nada más y nos dirigimos entre vueltas y direcciones a nuestras habitaciones.

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El Monje que Llora

Matamos a todos los inefables que iban en una caravana y esperamos escondidos, era cuestión de tiempo para que alguien llegara. El padre Carden ya sabía dónde se encontraban los inefables: Grammer. Esa pequeña ciudad tomó más importancia de la que debería, y el hecho de que estén en una ciudad complicaba más llegar a ellos.

Tardó un tiempo, pero llegó un grupo de inefables, encabezado por el caballero verde. Analicé al grupo y no ver a Phoebe me llenó de alegría. Creo que hoy es mi día de suerte. Cuando el grupo se dividió a buscar sobrevivientes, nosotros también nos dividimos y yo fui por el caballero verde.

Bruja de Luna  ⭐The Weeping Monk ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora