✨🌘4🌘✨

211 21 0
                                    

Esta medio largo, pero bueno.


Phoebe

Ver la escena no me gustó para nada y no quería explicaciones. Sabía perfectamente lo que había pasado: la espada la controló. Ese impulso que genera la espada por matar a tus enemigos, a esas personas que son malas. Lo malo de la situación es que la maldad es subjetiva y para los pocos inefables que quedan lo malo no es lo mismo que para los humanos. Por eso somos monstruos los que nos defendemos, somos monstruos los que somos diferentes a la mayoría. Porque la mayoría va a ser normal y la minoría rara, monstruos o abominaciones en algunos casos. La espada te quitaba la compasión, destruía lo bueno del alma para buscar venganza contra los que sientes rencor, contra los que son diferentes a ti. Y yo no quería tener esa plática, así que cuando Nimue llegó con la espada en la mano a dónde estaba con Anvri, fingí no haber visto nada.

Salimos del camino para entrar al bosque, dónde encontramos señales en inefable antiguo. No me costó leerlo, después de todo, casi casi estuve cuando lo crearon, y al parecer Nimue también conocía el idioma. Me agradecí mentalmente por no habérselo enseñado a él. Seguimos las instrucciones que marcaban las ramas dobladas y los dibujos en los suelos y los árboles. No entiendo cómo los paladines no se han dado cuenta de eso, pero lo agradezco de todo corazón. 

Después de una larga caminata en silencio, por la que Arturo nos acompañó, llegamos al refugio. He de admitir, que era un lugar hermoso. Un gran árbol hueco, en cuyo interior estaban reunidos los inefables que habían logrado escapar de las manos de los paladines. Bajé a Anvri de mi caballo y dejé que este se fuera. Al entrar, la pequeña fue corriendo a los brazos de una anciana serpiente, supongo que familiar suya. La sonrisa que se formó en mis labios por el reencuentro, fue disminuyendo cuando los susurros se hicieron presentes.

— Es la bruja de Luna — decían unos.

— Que oportuno, aparece cuando ya nos quitaron todo.

Los murmullos empezaron a ser más fuertes. Yo no pude mantener la cabeza en alto, no cuando tenían razón. Debía de protegerlos, nunca debí de haberme dado por vencida y dejar de intentar escapar. Debí seguir luchando por ellos. Las lágrimas empezaban a deslizarse por mis mejillas, pero un grito trono en el aire.

— ¡Silencio!

Levanté levemente la mirada, encontrándome con los grandes líderes de la mayoría de los clanes. Rápidamente me limpie las lágrimas, irguiéndome en mi lugar. Nimue me veía con compasión, pero no había nada que pudiera hacer. Estas eran las consecuencias de mi error. Los líderes se pararon frente a mi, encabezados por Wroth, el líder de los colmillos. Intenté no verlo a los ojos y lograr decir algo coherente.

— Yo... — no me dejó decir nada, ya que me abrazó.

Lo conocía desde siempre, un gran líder y un buen amigo.

— Nada de esto es tu culpa, nos dimos cuenta — dijo refiriéndose a él. — Todos cometen errores, lo especial en ti es que siempre buscas la manera de arreglarlo.

Dejé que las lágrimas salieran libremente. Necesitaba alguien que me dijera que no era mi culpa, que no está mal que me sienta así: sin poder, débil e impotente. Que no tenía que ser invencible, que seguía siendo una simple mortal a la que pueden matar en cualquier momento, que puede sentir y puede cometer errores. Me recordó que nací humana, llena de errores y fallas. Y eso me  hizo sentir bien.

— Gracias — dije mientras me separaba de él. — A todos ustedes.

Los líderes me veían con sonrisas tiernas en las caras.

Bruja de Luna  ⭐The Weeping Monk ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora