✨🌑13🌑✨

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Phoebe

El cuerpo me dolía de forma terrible y sentía que no debería estar aquí. No debería seguir sintiendo este dolor, ya se debió haber ido. No sabía que había pasado, mucho menos cómo había llegado ahí. Lo último que recordaba era la pequeña batalla con los paladines, la espada y la sangre. Así que ver a Lancelot sosteniéndome como tenía años que no lo hacía, me confundió, así que me limité a quedarme quieta. Pero algo hizo que volteara a verme. Sus ojos azules, rojos por las lágrimas, me vieron con escepticismo. Parecía estar viendo un fantasma, algo que no podía ser real, lo cual me confundió aún más.

— ¿Evie... ? — abrí la boca para decir algo. La parte racional de mi quería apartarse de él y desaparecer antes de que la historia se vuelva a repetir; pero la otra parte quería besarlo en ese mismo instante, porque algo me decía que cuando lo hiciera todo se iba a recomponer. No me dio tiempo hacer ninguna de las dos. — Por los dioses, Evie... creí que te perdería.

Su comportamiento me hizo sentir que era el Lancelot de hace siete años, ese que amaba y con quien me iba a casar. Vi el anillo en mi dedo y creí que todo había sido una terrible pesadilla. Pero no necesitaba siquiera voltear a ver a mi alrededor para saber que no era así, el ligero cambio en sus facciones, ahora más maduras, lo delataba. Quise alejarme, pero el calor del abrazo lo hacía imposible, se sentía demasiado bien.

— ¿Qué pasó? — pregunté.

Mi voz sonaba queda y rasposa. Necesitaba agua. Estuve a punto de pedirle algo de agua, pero me ganó.

— Ven, vamos por agua.

No me soltó. Cuando él estuvo de pie lo vi como intentando descifrar sus intenciones. Seguía sin saber dónde demonios estaba y que él estuviera así conmigo me desconcertaba.


— Yo voy — la voz de Alayah sonó de algún lugar cercano. — Regresamos en un momento.

Saber que Alayah estaba ahí era reconfortante, mucho más si tenía un poco de confianza en Lancelot. Desde que la había visto otra vez se notaba que le tenía un profundo rencor a Lancelot, y con mucha razón, por eso saber que le tenía una mínima confianza a Lancelot como para dejarme sola con él hacía que mis nervios se tranquilizaran un poco.

— ¿Me podrías bajar? — le dije a Lancelot entre dientes y un tono algo irritado.

No estaba segura de si quería que me soltara, pero tenía que aclarar mi mente y no podía hacerlo con él tan cerca, sosteniéndome de esa forma. Él tardó unos segundos en reaccionar, pero me dejó con cuidado en el suelo. Estábamos en una cueva, no había mucha luz y hacía algo de frío. A lo lejos se escuchaban algunos murmullos y se oían olas, por lo que supuse que estábamos en una playa.

— ¿Qué pasó? — volví a preguntar.

— ¿Qué es lo último que recuerdas? — preguntó.

Quise ponerlo a prueba. Quise ver qué pasaba si le decía que no recordaba su traición.

— Es... es confuso — dije frunciendo ligeramente el ceño. — Recuerdo que salimos a nuestra cita... estabas un poco raro... ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Tal vez así tendré respuestas completas.

Lancelot

No esperaba esa respuesta. No era parte de sus planes tener que pasar por lo mismo, pero ella merecía la verdad. La miré por unos momentos, recordando la que podría ser la última vez que me vería con esa preocupación y que sus ojos no verían con la frialdad con la que veían a los paladines. Suspiré, sin querer romper este momento, pero era el momento de hacer las cosas bien.

Bruja de Luna  ⭐The Weeping Monk ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora