I

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- ¿Es una broma, verdad?

- No, Milo. - respondió el Patriarca - No lo es. Y es por eso que aún no puedes verlo.

- ¿Cómo puede ser que no me recuerde? - contestó furioso, sin importarle perder los estribos - ¿Qué diablos es lo que le pasó? ¡Necesito verlo!

Tenía que ser una broma. Así como había llegado al Santuario le habían prohibido acercarse al francés que descansaba en los aposentos privados de Athena. ¿Y ahora le decían que Camus no sabía quién era? ¡Tenía que ser una maldita broma!

- No puedes, Milo. Entiendelo. - se mantuvo firme Shion - Él no sabe quién eres y es conveniente que así sea por el momento.

- Pero.. - susurró - ¿Qué es lo que pasó..?

- Camus recibió de lleno un ataque mortal. Su cosmos le ha salvado la vida pero el shock ha sido tan grande, Milo, que bueno.. ha tenido consecuencias en su memoria.

Le dolía de una forma espantosa la cabeza. No había dejado de dolerle desde que supo que Camus había sido herido por aquel maldito semidiós.

- Escúchame, Milo - continuó el ariano apoyandole las manos en los hombros, en un intento de consuelo - Esto no es para siempre. Él te recordará.

- ¿Cuándo? - atinó a preguntar, pues ya no tenía fuerzas para hablar.

Camus no lo recordaba. No recordaba quién era, siquiera que existiera. No recordaba lo que habían vivido, lo que sentían.

El Patriarca suspiró. Malas noticias.

- La realidad es que no podemos decir cuándo. - sentenció nuevamente - Pueden ser días, meses..

- ¿O años? - ironizó enojado.

Shion guardo silencio mientras lo miraba. Estaba siendo bastante irrespetuoso pero aún así el Patriarca parecía mirarlo con suma tristeza.

- Nada es seguro, Milo. - dijo al fin.

Tragó saliva intentando devorar al mismo tiempo aquella amargura que tenía en la garganta. Sin embargo allí seguía, intacta.

Intentaba entender. Realmente lo intentaba pero la sola idea de que la persona que amaba lo hubiese olvidado, no supiera quién diablos era ni todo lo que significaba para él.. era demasiado.

Pasados varios segundos en los que fue observado detenidamente por Shion, habló.

- ¿Hay algo que pueda hacer? - preguntó ya rendido ante las circunstancias.

- Sí, Milo. - respondió con ternura el mayor - Sé que es y será difícil pero tendrás que ver y hablar con él sin revelarle nada de su pasado. Eso sólo lo confundirá y tornará peor el proceso. Él debe recordar por su cuenta..

Una lágrima escapó y nadó por su mejilla. ¿Difícil? Aquello sería una verdadera tortura. Ver a Camus, hablar con él.. ¿como un desconocido?

Furioso con el mundo y con su suerte quitó aquella lágrima de su rostro.

- Eso.. - pensó muy bien antes de hablar - ¿eso le hará más sencilla las cosas a él?

- Puedo asegurarte que sí.

- Bien.. - susurró - Que así sea entonces.

Y por más que le costó alejarse de aquel lugar, a tan sólo metros de la habitación donde descansaba su amado, se dio media vuelta.

Cada paso le pareció un puñal. ¿Y lo peor? Pudo sentir perfectamente la lástima con la que el Patriarca lo miró al salir de allí.

Amnesia retrógrada. Aquello era lo que tenía Camus. Un tipo de amnesia que afecta los recuerdos más cercanos y que, por el contrario, en la mayoría de los casos se recuerdan los lejanos.

Camus recordaba únicamente a Shion, pues lo conoció siendo tan sólo un niño antes de ser enviado a Siberia. Recordaba que era un caballero y hasta parte de su entrenamiento. Pero no recordaba a un sólo compañero, ni tan siquiera a sus discípulos. No recordaba misiones ni batallas.

Habían pasado varios días y, quitando su memoria, Camus ya se encontraba perfectamente bien. Lo que significaba que en cualquier momento volvería a verlo y aquello le hacía sentir una mezcla de emoción y miedo terribles.

Aquellos días, sin embargo, le habían servido para encontrar nuevamente la cordura. Camus estaba bien. ¿Qué más podía pedir?

No lo recordaba, sí. Pero aquello era un detalle. Había leído mucho sobre amnesia y eran muchísimos los casos que en cuestión de días las personas recuperaban sus recuerdos. Y tenían tantos juntos..

Había entendido, también, que forzar la memoria del francés sólo sería una piedra en su camino. No quería confundir a su amado, por lo que se aferraba a la esperanza de que éste lo recordara.

Rogaba, suplicaba, que al ver su rostro, oír su voz, la memoria del acuariano hiciera el click necesario. Y atajado a esa idea, pasó sus días.

Amnesia (MiloxCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora