XII

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Era el cumpleaños de Shaka y tal como le había prometido a Mu, le había pedido al rubio si aquel día podrían meditar más tarde. Cuando comenzaba a bajar el sol, recién estaba enfilando hacia su casa.

Atravesó tranquilo los demás templos dado que sabía que la mayoría de sus guardianes se encontraba en Aries ayudando a Mu. Únicamente se cruzó en Sagitario con Aioros que lo detuvo para preguntarle qué camisa le quedaría mejor, pues tenía intenciones de impresionar a Saga.

No creía entender demasiado sobre esos temas, ya que él era sumamente sobrio a la hora de vestir, pero le había dado la más sincera opinión al respecto.

En Capricornio su amigo no estaba, pues cumplía la difícil tarea de distraer a Afrodita para que no pudiera correr a decorar a su antojo el templo de Aries.

Así pues, aguardaría a que fuera Shura quienes lo pasaran a buscar a él, y no al revés, como siempre.

- No entiendo por qué Mu no me ha llamado para ayudarlo. - se quejó el pisciano cuando comenzaron el descenso - Soy el que mejor gusto tiene entre los doce.

- Ya te dije que no tiene que ver contigo.. - rodó sus ojos el español, claramente cansado - Sabes que puedes hacerlo con cualquiera, ¡pero se trata de Shaka!

- Mmm.. - pensó el sueco llevando un dedo a sus rosados labios. - ¡Pues yo podría haber hecho algo que le gustara!

- Maldita sea, Hades, llévame.. - bufó su amigo.

En completo silencio, él sólo se dedicaba a oír a sus compañeros pelear. La verdad es que ni siquiera las horas que había pasado meditando le habían servido aquel día. Por primera vez no había conseguido serenar sus pensamientos, pues era tal la ansiedad que su cuerpo manejaba que simplemente no había podido dejar la mente en blanco.

Volver a ver a Milo era un peligro. Exactamente como su constelación representaba, el griego era un venenoso escorpión. Y su veneno era mortal.

Más este no era el que todo el mundo creía, aquel capaz de ser disparado con su aguja. No, claro que no. El veneno de Milo era otro y él bien lo sabía.

Sus labios, su sonrisa, su voz, sus ojos tan celestes como el mismo cielo. Ése sí era un letal veneno. Más letal incluso que el propio Antares.

No debió esperar mucho tiempo para confirmar que sus pensamientos eran ciertos. Tan sólo los peldaños hasta la primer casa zodiacal, en donde el griego ya se encontraba. Pues aquella noche él..

Estaba endiabladamente bello..

¿Se había arrepentido de decirle la verdad?

La última vez el destino se había encargado de silenciarlo pero..

¿Y si tenía nuevamente la oportunidad?

¿Qué decisión tomaría?

El templo de Aries estaba apenas distinto a siempre. Era de esperarse que aquella celebración fuese la más austera de todas, puesto que Shaka era la persona más desapegada a los bienes materiales. Para él, todas esas cosas eran puras frivolidades y Mu se había encargado de que todo fuera perfecto para el rubio caballero.

Aquella noche, sin embargo, él la pasó fatal. Era la primera vez que realmente hubiese deseado desaparecer. No estaba disfrutando de la comida, la bebida, ni de ninguna de las conversaciones que tenía con sus compañeros. Se había sentido intranquilo todo el día y era de esperarse que la noche tomara el mismo rumbo.

Podía ver a sus amigos divirtiéndose, riendo de viejas anécdotas que él no lograba recordar. Algunos más alegres que otros. Pero ni siquiera Shura o Saga habían conseguido distraerlo. Tan pero tan ajeno estaba a la celebración que incluso había perdido de vista a Milo. Siendo que él era la única persona a la que le había prestado atención aquella noche.

Amnesia (MiloxCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora