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Aguantó en pie el tiempo que pudo, para desplomarse en un segundo cuando ya no vislumbró al francés.

No le importó la lluvia. No le importó el frío que comenzaba a hacer. Dejándose caer en las escalinatas bajo sus pies, dejó correr las lágrimas que había escondido a fuerza de voluntad.

Ya está. Estaba hecho.

Aquella decisión le había costado el corazón. Pero mantenerse alejado parecía ser la mejor opción en ese momento.

- Que tonto has sido, Milo.. - se reprochó entre lágrimas.

Pues claro. Se había ilusionado tanto con la confesión de Camus.

¿Qué esperaba? ¿Que cayera a sus brazos? ¿Que lo besara? ¿Que le dijera qué gusto recordarte?

¡Camus no sabía quien era!

Y que lo haya recordado no significaba absolutamente nada. ¿Por qué pensó que con tan sólo eso alcanzaría? ¡Que idiota había sido!

Y lloró. Lloró lleno de odio. Odio hacia el maldito destino que no se cansaba de arrebatarle a Camus.

¿Por cuántas cosas más debía pasar? ¿Cuántas guerras? ¿Cuántas muertes?

Y agradeció que estuviese lloviendo, pues así el agua se llevaría sus lágrimas y su infinito dolor.

Llegó a Acuario hecho trizas. La lluvia había conseguido empaparlo esta vez por completo, pues no se había tomado la molestia de caminar rápido.

Y por el contrario a cuando se dirigía a Escorpio, esta vez notó un detalle que se le había pasado por alto. Tanto la casa de Sagitario como la de Capricornio estaban vacías. Y no supo si reír o llorar, pues enviar precisamente a Aioros y a Shura fuera del Santuario no había sido una coincidencia. Shion sabía lo que él ocultaba y le había dejado el camino libre a propósito.

Pues bien, en parte se lo agradeció.

Una vez se hubo bañado, se desplomó en su cama. Pocas veces eran las que la pereza se apoderaba de él. Por el contrario, no le gustaba pasarse el día recostado sin hacer nada.

Esta vez, sin embargo, lo necesitaba.

Cerró los ojos y pensó.

¿Y ahora que haría?

El camino de vuelta le había servido de suficiente tiempo para asimilar la nueva realidad que se le imponía. Aunque imponerse no hubiese sido la palabra con la que él la identificara esta vez. Pues esta vez él la aceptaba. Milo le gustaba y a Milo le gustaba él.

Se lo repetía una y otra vez. Y aún así no lo terminaba de creer. Milo de Escorpio era la perfección hecha hombre. Estar con él, compartir aquella conversación, estar a su lado..

Todas aquellas acciones le habían llevado un esfuerzo sobrehumano para no quedarse tan sólo viéndolo. Pues no recordaba haberlo tenido tan cerca y tampoco recordaba que cuánto más se le acercara más bello era.

¿En verdad ellos..?

Todos esos sueños.. ¿eran reales?

¿Todas imagenes de algo que en verdad había sucedido?

No se había animado a preguntarle, pues no había querido exponerse de esa forma pese que en un comienzo esa había sido su primer opción. Agradeció al cielo cuando descubrió que no había hecho falta. Sin embargo, ahora tenía dudas sobre ellos. Si esos sueños eran puramente una realidad, entonces..

"De mi podría decirse que estoy completa e irremediablemente enamorado de ti, Camus, y no sería una mentira."

Aquella frase resonó en su memoria y por primera vez después de tanto, tanto tiempo, una leve sonrisa de dibujó en su rostro. Y sólo la luna y las estrellas fueron testigos de lo que su corazón sintió.

Amnesia (MiloxCamus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora